No es bueno dejarse llevar por hipótesis imposibles y por tanto ni se me va a ocurrir plantear qué pasaría si un líder de la derecha conservadora afirmara -en la oposición- que «hay que conquistar en las calles lo que de alguna manera no podemos hacer en el Parlamento». Las reacciones serían un verdadero clamor en contra y ciertamente muy justificadas. Estas afirmaciones resultan muy peligrosas en cualquier país democrático y en España, por su pasado, pueden sonar incluso trágicas. Pero si semejante barbaridad la dice el señor Cayo Lara, coordinador de Izquierda Unida, entonces la importancia es relativa, entendible, quizás algo exagerada, pero poco, y naturalmente tiene una segunda lectura que le exculpa de toda responsabilidad: se refiere el inefable señor Lara a hacer frente al rodillo del PP con su mayoría absoluta en el Congreso. Ignoro hasta qué punto un político que ocupa su escaño con los votos del 6,92% de los españoles (no él, claro, ni IU, sino la coalición llamada Izquierda Plural) ignoro, digo, si realmente está legitimado para animar a los suyos, y a los que no lo son pero se sienten defraudados por la política del Gobierno, a «conquistar en las calles» lo que no pueden conseguir en el Parlamento o, dicho de otra manera, lo que las urnas, lamentablemente, le han negado.
IU en nombre de la «marea» pide la dimisión del Rajoy y/o un cambio en su política
Alguna vez me ha dado por pensar en esas casi entelequias que manejamos con una soltura tal vez impropia: la calle, el pueblo, los mercados. Habría que reflexionar más seriamente sobre lo que realmente significan y representan las «mareas», las manifestaciones, los «plebiscitos populares» vengan de donde vengan y las convoque quien las convoque, las que alentaba el PP cuando estaba en la oposición sobre temas morales por ejemplo, las que dieron paso y «justificaron» el ataque secesionista de Mas o estas últimas en contra de la política de ajustes del Gobierno. Pasa el tiempo tras la euforia de las concentraciones -nunca se sabe de verdad cuanta gente acude- y el clamor se viene abajo: el PP, con mayoría ahora, no ha cambiado prácticamente nada de lo que en la oposición le parecía tan mal; el presidente Mas, ebrio de manifestantes soberanistas, convoca elecciones para arrasar en su proyecto y resulta que pierde ni se sabe cuántos escaños y ahora IU en nombre de la «marea» pide la dimisión del Rajoy y/o un cambio en su política. Bueno, todos están en su derecho, pero no parece que eso que hemos dado en llamar «la calle» represente de verdad a la inmensa mayoría de los españoles.
Naturalmente que la gente está cabreada y me hubiera sumado a la «marea» para mostrar mi desacuerdo con mucha cosas, pero nunca para que luego un señor utilizase mi presencia para legitimar la pancarta o el slogan coreado como razón superior a las pacíficas urnas. Eso es trampa y demagogia lo diga Agamenón o su porquero en la Puerta del Sol o en la Plaza de Colón. Y si a este atropello le añades que ese mismo líder ampara y justifica las acciones del inefable Sánchez Gordillo y comparte gobierno con el partido de los ERES fraudulentos en Andalucía, entonces su credibilidad deja mucho que desear. Me temo que ese no es el camino del 93% de españoles que no votaron su coalición.
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Andrés Aberasturi