Si no fuera tan grave, diría que estamos asistiendo en España a una especie de ‘Show de Truman’ en que todo está perfectamente guionizado para que no decaiga la acción. Aquí no hay día que no aparezca algo que lo desvirtúa todo. Y de la noche a la mañana. Y sin solución de continuidad se pasa de la corrupción en Cataluña a la lista de Bárcenas para ir después a Ana Mato, volver a Cataluña con la amenaza de separación, pasar por el Debate del estado de la Nación, volver a Cataluña con los espías, convertir a Bárcenas en personaje de leyenda (una especie de José María el Tempranillo del siglo XXI), ir a ver el paseíllo de Urdangarín hacia el juzgado, volver a Bárcenas entrar en la Audiencia Nacional y, por si algo faltaba, darle bolinga a Corinna. Un personaje entre Mata-Hari y Marlene Dietrich cantando La Madelón, que apareció en el corazón de África cuando se había levantado la veda del elefante y del Rey de España.
Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la misteriosa princesa alemana y ‘entrañable amiga’ de don Juan Carlos
Un personaje que, como ahora, la cosa del espectáculo parecía que decaía la han traído, de nuevo, a la actualidad para darle al tema algo de morbo. Y es que, con ello, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la misteriosa princesa alemana y ‘entrañable amiga’ de don Juan Carlos, se ha convertido en la protagonista de todos los dimes y diretes de la Villa y Corte. Y en un santiamén.
Y ya tenemos, por arte del birlibirloque un nuevo capítulo de este extraño ‘Show de Truman’. ¿Y que aporta la rubia a la trama? Creo que poco. Creo que sus declaraciones son más sobre lo que pudo haber sido que sobre lo que fue en realidad. Creo que ha pintado poco en toda esta historia aunque vaya aparentando pintar mucho.
Pienso que si fuesen verdad las cosas que dice no las diría. Creo que quiere convertirse en súper-vedette cuando, como mucho, ha sido una corista. Una chica del coro a la que le hacen una entrevista y se crece Addy Ventura.
No tiene sentido que diga que el Rey le pidió un trabajo para su yerno, teniendo como tiene, a un simple golpe de teléfono, a Botín o Alierta, por poner solo dos ejemplos. ¿De qué está hablando esta mujer?
No tiene sentido que diga que el Rey le pidió un trabajo para su yerno
Pero ¿quién se puede creer que ha trabajado para el Estado en asuntos «confidenciales» y «secretos» y temas de naturaleza delicada que, según sugiere, estarían en relación con las más altas esferas? Yo creo que esto debe ser consecuencia de problemas con el idioma. Yo creo que se referirá a otros secretos.
De alcoba, quizá. Pero poco más. No se cree nadie que el Estado le encargase temas delicados… Es imposible. Aunque puede que Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, princesa alemana, soñase en algún momento que era Jeanne-Antoinette Poisson, duquesa-marquesa de Pompadour, y que aún no se haya despertado… Qué dislate…
Pero ¿en qué cabeza cabe que alguien, en su sano juicio, le encargase a esta buena mujer la solución de problemas importantes o la expansión de importantes empresas por el mundo?
No entiendo cómo en esa ruina de diario se ha podido gastar tanta pasta en papel cuando, posiblemente hoy, ese mismo papel escasamente sirva para envolver el pescado. Y anda, Corinna, acuéstate y di que te has caído.
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La sonrisa de la avispa