Estoy agotada. Reconozco que no me cabe un escándalo de corrupción más en el cuerpo y, llegados a este punto, una ya no sabe ni de qué escribir. Nada mejor para combatir el hastío que un buen repaso a la actualidad y si esta viene en negritas miel sobre hojuelas. El bombazo periodístico de los últimos tiempos ha sido, sin duda, esa entrevista publicada en el Mundo de Ana Romero a Corinna zu Sayn-Wittgenstein donde, entre otras cosas, dice que el Rey le pidió que ayudará a Iñaki Urdangarin a encontrar un empleo apropiado y -tras ofrecerle uno a razón de 200.000 euros anuales ¡no está mal!- este lo rechazó. Al parecer al duque, tan em-palmado él, le pareció que aquello no estaba a la altura y debió pensar que le era mucho más rentable seguir dando sablazos a las administraciones públicas.
Al duque, tan em-palmado él, le pareció que aquello no estaba a la altura y debió pensar que le era mucho más rentable seguir dando sablazos a las administraciones públicas
Más allá de este hecho puntual, llama la atención que la ¿princesa? de origen germano danés diga, con todo desparpajo, que la colaboración que ha prestado al gobierno español, cuando se lo ha pedido ha sido siempre delicada y confidencial. «Son asuntos clasificados -señala- situaciones puntuales que he ayudado a solucionar por el bien del país». No sé a qué asuntos se refiere, ni tampoco a cuáles de los últimos gobiernos de España, pero yo creía, tal vez ingenuamente, que este tipo de cuestiones se ventilaban de otra manera.
Si de lo que se trata es de hacer relaciones a alto nivel o llegar a determinados lobbys de poder, desde luego no debe ser ella quien las haga, por muy ciudadana del mundo que se considere. Una cosa es su amistad «entrañable» con el Rey -que a mí, sinceramente me importa poco- y otra muy distinta que en su faceta de consultora internacional se extralimite de sus funciones. En España hay muchísimas mujeres y hombres que tienen un altísimo nivel de preparación, influencia y poder para hacer según qué cosas, por no hablar de nuestro departamento de Asuntos Exteriores bien nutrido de personal cualificado o, llegado el caso, el mismísimo CNI. Al ministro Margallo se le ha puesto cara de póquer y ha negado la mayor afirmando que no tiene constancia de que Corinna haya hecho trabajos para el Gobierno. ¡No me extraña!.
Cara de póquer se nos pone a todos cuando ¡de repente! aparecen entre nosotros nuevos personajes, de quienes habíamos oído hablar de pasada, y resulta que se ven a sí mismos, en su mismidad, como imprescindibles para la pervivencia de nuestro país. Dice esta señora que nunca ha recibido un solo euro de los contribuyentes españoles y también que ha ayudado gratis al gobierno pero ¿por hacer qué exactamente? Porque puede que, efectivamente, tenga una agenda de contactos impresionante, pero de ahí a sugerir, como ha hecho, que puede desactivar una crisis política llegado el caso, va un trecho demasiado grande.
Se puede estar en la liga de los grandes, ser todo lo alteza serenísima que se quiera, pero ¡claro! es mujer y encima rubia lo cual, como ella misma dice, complica las cosas. Será eso. Ese debe ser el quid de la cuestión. Es lo que tiene estar unos cuantos pasos por encima del común de los mortales y se es mujer y rubia…
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Esther Esteban