El Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, renuncia a su Pontificado y el cónclave cardenalicio deberá reunirse de forma extraordinaria para elegir al sucesor de Pedro en circunstancias no menos extraordinarias. Su Santidad pasará a ser Papa Emérito, una figura nueva en la Iglesia, pues carece de antecedentes que haya una sucesión en vida, más allá de hechos históricos perdidos en la noche de los tiempos y de cuya coyuntura real apenas tenemos información.
La sucesión infinita de casos que afecta a la moralidad de la Iglesia hacen discutible la función del apostolado
Parece que es precisamente la información una de las causas por las que el Papa podría haber decidido dar un paso atrás en su pontificado. La sucesión infinita de casos que afecta a la moralidad de la Iglesia hacen, al menos, discutible la función del apostolado tal y cómo éste se viene haciendo hasta el momento. Sabemos por la voz de los afectados de abusos sexuales que sus denuncias no son el fruto de la inquina a la Iglesia ni el producto de un interés por dañar la obra de Dios. Todo lo contrario: son la consecuencia de un dolor evidente y de un sufrimiento espiritual provocado por él.
El afán del Papa por distanciar a la Iglesia de semejante horror y de asumir la responsabilidad de la culpa, ha hecho que sectores muy influyentes se hayan puesto enfrente de tales decisiones. Recordar a Maciel en este punto es necesario, y terrible. Puede que esto haya influido seriamente en la decisión y que la honestidad del Papa intelectual se haya impuesto a la maledicencia de los profesionales de la curia que se han revuelto contra él. O puede que sea todo una invención y que en realidad esto sea lo que hayamos de ver en el futuro. Hombres de Dios, pero cansados y abatidos y con poca capacidad de fuerza para afrontar el peso de su responsabilidad y queriendo evitar con ello la interrupción en la evolución natural de la Iglesia.
En cualquier caso, ambas cosas, ciertas en o no en todos los extremos, deben llevarnos a la reflexión, antes que nada, sobre el hombre que lleva la tiara y que dirige espiritualmente a miles de millones de seres humanos; los que desde hoy mirarán hacia la Plaza de San Pedro con incertidumbre, inquietud y, desde luego, esperanza.
Editorial Estrella