La progresía sigue machacando a Toni Cantó. Le han cogido como chivo expiatorio de todos los que osan mancillar ‘su ley’ y lo están achicharrando. Da igual que haya pedido perdón. Da igual que esté dispuesto a hacer penitencia. Todo da igual. No es de los suyos. Anatema. Se ha atrevido a cuestionar las Tablas de la Ley del feminismo militante. No merece estar entre nosotros. Lo que pasa es que el ángel que quiere echarle del paraíso no lleva una espada flamígera sino ese instrumento de tortura y muerte que se usaba para empalar a los malditos.
Se ha atrevido a cuestionar las Tablas de la Ley del feminismo militante
Y es que, en España, no se pueden cuestionar la Ley contra la Violencia de Género. Se puede cuestionar la Constitución pero no la que castiga la violencia de los hombres. Masculino plural. Y el que ose cuestionarla, será quemado en la hoguera de la vanidad de un feminismo atroz.
Un feminismo auspiciado en una contradicción. En una de aquellas contradicciones que se producían en tiempos del Olvidable. Promulgó una ley desigual y, de paso, se creó un Ministerio de Igualdad. Con ZP todo era posible. La igualdad para el Olvidable tenía y tiene una ley que consagra la desigualdad de los españoles ante el delito. Y no pasa nada. Si la víctima de los malos tratos es una mujer, el Código Penal castiga con más severidad que si es un hombre esa misma víctima, cargándose la presunción de inocencia al convertirla en presunción de culpabilidad, salvo prueba en contrario.
Pero, para esta progresía, la sociedad tiene que asumir que esa ‘ley’ es dogma de fe. Ni siquiera aceptan una evaluación de resultados. Mirar, simplemente, si gracias a la ley se percibe una disminución de los casos de violencia contra mujeres. O si la ley es mejorable. Nada. Ni siquiera admitir que la excesiva protección puede llegar al abuso.
Ni siquiera admitir que la excesiva protección puede llegar al abuso
De hecho, a Toni Cantó lo han despellejado por decir en twitter que existen denuncias falsas de mujeres y no les importa que Jesús Eguiguren fuese condenado por darle una paliza a su mujer. Son más importantes 140 caracteres de Cantó en una red social que una sentencia condenatoria firme. Es más, Eguiguren fue elegido presidente del PSE en 2002 y ratificado en el cargo cuatro veces más, la última hace 20 días. Venga, ya.
No les importa que Ismael Álvarez, aquel alcalde de Ponferrada que fue condenado por acosar a una concejala que se negó a acostarse con él (¿recuerdan el caso Nevenka?) vuelva a la política y, encima, se alíe ahora con el PSOE para arrebatarle la alcaldía al PP, en la propia Ponferrada, con una moción de censura. Eso no es un escándalo. Escándalo es que Cantó se cuestione en twitter las denuncias falsas y que rectifique cuatro horas y 16 minutos después.
No creo que Toni Cantó haya cometido un delito imperdonable por decir lo que dijo en twitter y si sea perdonable pegarle una paliza a una mujer como hizo Eguiguren o acosarla como hizo Álvarez. No es equivalente.
En cualquier caso, lo que está haciendo la progresía con Cantó es, simplemente, un Auto de Fe al mejor estilo de la Inquisición. Necesita una condena ejemplarizante para que a nadie se le ocurra siquiera volver a intentarlo.
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La sonrisa de la avispa