Según los principios de la justicia más elemental quien acusa debe demostrar. Hasta ahora, todos los que han acusado no han podido, no han sabido o no han querido demostrar nada. Y con eso se disuelve la expectativa de poder cargar contra el sujeto atribuyéndole los males previstos en el cuaderno de las acusaciones múltiples. Escribí deplorando la conducta de los medios españoles con el fallecido presidente Chávez, y puse como ejemplo el escrupuloso respeto que, sin embargo, mantenían con el jefe del estado Vaticano.
No es bueno convertir las ideas de uno en hechos incontrovertibles en la lectura de otros
Ahora toca a la inversa. Eso es lo que tiene no disponer de un catálogo que resuelva anticipadamente las dudas, incluso antes de conocer los hechos. Yo no lo tengo, pero veo que estoy rodeado de insignes analistas que minutos después de la designación del nuevo sucesor de Pedro ya sabían, con pelos y señales, no sólo sus andanzas por la vida sino los secretos mejor guardados de sus complicidades con la dictadura.
Un amigo me dice que la Iglesia Católica tuvo, en general y en conjunto, un comportamiento inmoral en la dictadura. Debe ser cierto, en general y en conjunto, porque los militares gozaron de apoyos mucho más allá de lo que la conformista visión retrospectiva nos quiere hacer creer. Sobre eso parece que ocurre como en Francia, que al final de la guerra todos los franceses habían estado en la Resistencia Francesa y muchos de ellos, además, se habían jugado la vida en defensa de los judíos.
Internet hace que cualquiera con un blog haga un análisis. Es democrático y positivo, una señal de progreso y de libertad. Pero convendría, por bien de quienes lo hacen, que tuvieran un cierto cuidado con lo que afirman saber y con las conclusiones que su conocimiento les producen. No es bueno convertir las ideas de uno en hechos incontrovertibles en la lectura de otros. Eso, mediando la distancia, es como lo que hacía Stalin. Y eso, según sabemos, no es bueno.
Convertir al Papa en un sanguinario colaborador de los gorilas argentinos es una exageración por lo demás inútil. Sobre todo porque al mismo ritmo que se iba reproduciendo la especie, el líder la Iglesia Católica iba dando pasos en dirección opuesta y que, según el valor que tienen los gestos en esta confesión son, más que señales, argumentos para definir una estrategia a largo plazo.
No creo en la gratuidad de los pasos que ha dado, creo que responden a un proyecto
Parece, según las primeras impresiones, que este papa será un reformador, o al menos que lo intentará. No creo en la gratuidad de los pasos que ha dado, creo que responden a un proyecto. Por lo que sea: por un repentino interés en purificarse –como ha dicho– o por conveniencia práctica. Me da igual. Si destierra la corrupción económica, la perversión y la pederastia y sumerge su apostolado en las necesidades de los más necesitados, puede que evoque a la Iglesia comprometida en un nuevo ciclo histórico de ésta. Y eso, para mí, es interesante.
Recuerdo a los nuevos inquisidores de la red que hubo los llamados ‘curas obreros’ cuando más se necesitaban en las huelgas del 1962, en Asturias; que había parroquias en las que se reunían huelguistas y sindicalistas en los primeros setenta y que, por ejemplo, yo tuve mi particular bautismo social precisamente en la misma parroquia en la que hice la comunión, una Iglesia al servicio de cambio, donde nos reuníamos un grupo de activistas de izquierda para convocar uno de los escasos movimientos sociales con entidad para enfrentarse a los restos de la dictadura: el vecinal. El mismo que convocó la histórica manifestación de la calle Preciados: primera respuesta masiva y popular desde el final de la guerra civil.
Conozco algunos políticos en el poder, sea el que fuere, con más apego a las comodidades y menos disimulo que el pontífice Francisco… A veces el sectarismo de unos deja al descubierto lo que hacen sus colegas, por ejemplo.
Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital
Rafael García Rico