La solución aplicada a los problemas financieros de Chipre abre un nuevo escenario de incertidumbre cuando aún y a pesar de lo que digan los ministros de turno, ni en España hay indicios de salida de la situación crítica en la que estamos ni en Europa se dan condiciones que permitan imaginar una perspectiva de crecimiento. Y ese escenario que ahora se abre, por el contrario, nos recuerda que los problemas financieros siguen impregnando al sistema y al euro. Y que un pequeño país como Chipre también puede forzar una convulsión en el conjunto de la Unión.
Veremos si no termina llegando a España. De momento, el gobierno lo niega. Temblemos
Es decir, que todos y cada uno de los ciudadanos de estos países, de una u otra forma, han participado en los rescates porque han sido todos y cada uno de los contribuyentes los que han pagado con tasas, impuestos, coste de servicios, pérdida de beneficios sociales y otras medidas de gran calado, las necesidades financieras de una banca que siempre cuenta con la colaboración de los estados y los gobiernos para resolver sus problemas – por ejemplo, con el no cobro de las plusvalías de trasferencia de activos al banco malo, como se ha sabido en estos días -.
Lo acordado para Chipre llega aún más lejos; supone la penalización, además, del ahorro. Lo único que quedaba. Si los ciudadanos guardan con moderación y prudencia sus ahorros y no los exponen al boom de la burbuja financiera ni viven ‘por encima de sus posibilidades’, como dice la propaganda oficial, eso no sólo no se premia, sino que se castiga, y sin remisión.
La cuestión es que desde hace años España, Grecia, Portugal o Italia sufren los problemas de capitalización financiera asumiendo recortes en sus sistemas públicos, adelgazamiento de la cobertura social y un incremento de impuestos y tasas que ha empobrecido a los sectores menos favorecidos y reducido las expectativas de progreso de la clase media.
Europa introduce la técnica ‘tercermundista’ del corralito. Toda la vida acusando a los países en vías de desarrollo y diciendo de todo sobre la intervención pública en la economía, para que esta crisis se esté saldando sin una sola consecuencia en el sector financiero, con el desmantelamiento de un modelo del estado y con la mayor intervención pública de los estados en la sociedad limitando derechos económicos, libertades y apoyando entidades y marcas. Desde Lenin no pasaba esto en el viejo continente. Felicidades a la Unión.
Veremos si no termina llegando a España. De momento, el gobierno lo niega. Temblemos.
Editorial Estrella