Hubo un tiempo en que el diario El País nos daba una lección de periodismo cada día. Era el gran periódico de la democracia. Y si hubo otro tiempo en que un hecho no era noticia si no lo publicaba ABC, en los albores de la Democracia y años después la noticia no tenía repercusión si no la publicaba El País. Sin duda, fue un diario ejemplar.
Cuando los dioses quieren castigar a los hombres, los vuelven soberbios
Después se lo creyó. Y como siempre se cumplió la vieja máxima de los clásicos: cuando los dioses quieren castigar a los hombres, los vuelven soberbios. Y los directivos de El País se volvieron soberbios y el periódico entró en decadencia. Si viviese Samuel Broston seguro que terminaría haciendo una gran producción cinematográfica sobre La caída del Imperio Polanco.
Ahora ya no es nada. O casi nada. Solo nombre. Y, cuando no se es nada, te meten goles por todos lados o pierdes el significado de dignidad periodística como sucedió con la foto de Hugo Chávez enfermo o con las fotocopias de una contabilidad fantasmagórica que se deshace entre los dedos o la publicación, ahora, de una noticia añeja como si fuese nueva. Manipulando que es gerundio. Una pena.
El País ya no es la mejor escuela de periodismo. Ya es otra cosa. Sus exclusivas ya no sirven ni para envolver el pescado porque la tinta ya es mala para la salud.
Y la prueba de lo que digo está en esa exclusiva que ha publicado sobre torturas de militares españoles en Diwaniya (Irak). Una exclusiva que, según Gervasio Sánchez, que algo sabe de esto, publica con 8 años de retraso. Y eso no es de periodismo. Eso es otra cosa. Fea, además.
Cuenta Sánchez que El País sabía, desde 2005, lo que había pasado en Diwaniya. Y en ese tiempo José Bono era Ministro de Defensa y el Olvidable pacifista Presidente del Gobierno.
Gervasio Sánchez asegura que él mismo pidió a El País que investigara el caso en aquel momento, pero le ignoraron
¿Por qué no se publicó entonces? ¿Pero no nos había enseñado el propio Diario que las noticias queman en los cajones de las mesas de redacción y más si se trata de una exclusiva? ¿Pero no había que publicarla cuando se tuviera comprobada, cayese quien cayese?
Gervasio Sánchez asegura que él mismo pidió a El País que investigara el caso en aquel momento, pero le ignoraron. Incluso, se permitieron el lujo de publicar la versión sobre los hechos que dio el CNI del momento, que no era más que una sarta de mentiras.
No voy a ignorar o a justificar acciones impresentables como es esa agresión y tortura de los soldados españoles. Que se investigue y se castigue a los culpables, aunque ya me temo que ni siquiera estén en el Ejército. De lo que me quejo es de la utilización de la noticia ahora con fines torticeros y espurios.
Y como dice el propio Gervasio: «El periodismo es sagrado. Se lo están cargando personajes y periodistas que sólo buscan no perder el asiento preferencial». Periodistas «con agenda política».
No se puede caer más bajo.
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La sonrisa de la avispa