Una de las condiciones impuestas para el rescate de Chipre ha sido que dejara de actuar como un paraíso fiscal. Es decir, los ministros de Economía de los países miembros de la Unión Europea y los dirigentes del Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional son todos bobos e ignorantes, o puede que las dos cosas a la vez, puesto que no son cualidades excluyentes, y desconocían algo que era de dominio público. También es probable que, como tantas otras veces, hayan actuado con ese cinismo que caracteriza a los bípedos especializados en finanzas, ese sobresaliente «cum laude» en hipocresía, que alcanzan los más listos de la clase.
Chipre era un puterío de dinero blanco y negro, pero nuestros líderes económicos no se enteraron
Desde luego, si no sabían que el dinero de las actividades oscuras rusas se lavaba en los bancos de Chipre tampoco deben saber lo que sucede en Liechtenstein o en Gibraltar, donde el hecho de que haya más empresas registradas que ciudadanos parece que no les llama la atención, que es algo así como si en el puerto de Marsella y alrededores hubieran atracado más barcos que habitantes tiene la ciudad.
Este ofensivo desparpajo incita a la desconfianza y sobre todo al descrédito moral. Me recuerda esas redadas del puticlub de carretera, después de que el establecimiento lleve abierto un par de años. Todos los pueblos vecinos, todos los camioneros, todos los miembros de la Policía y de la Guardia Civil, todos los taxistas, saben que allí se ejerce la prostitución. El eufemismo emplea el nombre de club para estas casas de putas, que se encuentran en ese limbo legal, donde lo que se prohíbe es el proxenetismo. Todo el mundo mira para otro lado hasta que alguien se enfada o se venga, o considera que es insuficiente no pagar la bebida y tener libre acceso a las habitaciones. Y entonces, autoridades y jerarcas, se ponen todos muy dignos, y hablan de decencia, olvidando que algunos de estos predicadores han sido clientes del club. Chipre era un puterío de dinero blanco y negro, pero nuestros líderes económicos no se enteraron hasta la semana pasada. Vale, tíos.
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Luis del Val