Para poder explicar bien los orígenes de la crisis actual hay que remontarse al 2001, año en el que, tras el atentado a las torres gemelas de Nueva York, los bancos centrales de todo el mundo decidieron emprender una serie de políticas expansivas con tipos de interés históricamente bajos. Desafortunamente el exceso de dinero circulando en las economías tuvo un impacto negativo a largo plazo. Como consecuencia del dinero barato los bancos otorgaron los famosos préstamos hipotecarios o «Subprime Loans» a personas que no tenían los suficientes recursos para devolver esa deuda. De aquí nace el término de los ‘Ninja’ (No INcome, Jobs, or Assets) que son básicamente personas que no debían de haber tenido acceso a préstamos hipotecarios. Los bancos luego empaquetaron todas estas hipotecas fallidas en productos llamados MBS (Mortgage Backed Securities), que son cédulas hipotecarias mediante las que el riesgo de impago fue transferido desde las entidades financieras al inversor final. Todas estas transacciones de alto riesgo siempre contaron con el respaldo de las «muy fiables» agencias de calificación. Los MBS se vendieron a inversores en todas partes del mundo, los precios de las viviendas comenzaron a caer de forma acelerada, los bancos e inversores dejaron de cobrar, resultando pérdidas importantes tanto para el sector público como para el sector privado.
Hay distintas formas de comenzar a corregir muchos de los problemas que atraviesa actualmente la economía española. Algunas recetas para mejorar la situación de crisis en España serían las siguientes:
Las transacciones de alto riesgo contaron con el respaldo de las «muy fiables» agencias de calificación
– Reducir las elevadas cotizaciones sociales y sustituir su recaudación a través de un aumento del IVA. Esto daría como resultado un mercado laboral más dinámico. Los cotizantes tendrían un mayor poder adquisitivo, con efecto positivo sobre el consumo a nivel local.
– Reducción de los costes del despido y que el objetivo siempre sea la contratación. Los seis millones de parados es un claro indicativo de que la nueva reforma laboral no ha cumplido aún su objetivo, y debe venir acompañada de importantes estímulos fiscales para fomentar la contratación.
– Firmar un acuerdo de libre comercio entre España y Latinoamérica para fomentar la actividad comercial entre ambas áreas. Actualmente existen varios tratados de libre comercio: DR-CAFTA (acuerdo de libre comercio entre Latinoamérica, Estados Unidos y República Dominicana), TL-CAN (acuerdo de libre comercio entre EEUU, Canadá y México). Estos acuerdos comerciales favorecen sólo a los Estados Unidos y nada a España y a la Eurozona.
– Reducir y privatizar muchas empresas públicas, que francamente están mal gestionadas y generan pérdidas importantes. Las empresas públicas del Estado deben 50.000 millones de euros, las de las autonomías deben 26.000 millones de euros y las de los ayuntamientos 8.000 millones de euros. La única forma de reducir drásticamente estas alarmantes cifras es a través de una restructuración importante en el sector público.
– Mejorar el problema de la productividad Española que requiere urgentemente un nuevo enfoque de la educación española. Los países europeos con jornadas medias más cortas (Holanda, Alemania y Bélgica) presentan mayor productividad por hora trabajada, según el Euroíndice IESE-ADECCO (EIL). España debe de utilizar el modelo productivo de estos países como mejores prácticas e implementar este tipo de “modus operandi”.
– La UME debería de aumentar la integración fiscal de sus miembros, emitir deuda conjunta (Eurobonos), y definir un Fondo homogéneo de Garantía Bancario Europeo, así como avanzar en la armonización fiscal.
– Fomentar la inversión extranjera y las exportaciones de productos españoles.
– Facilitar el crédito a las Pymes que constituyen el mayor tejido empresarial de España
– Invertir en I+D. Según los últimos datos de la OCDE España destinó a I+D en 2008 un 1,35% del PIB, por debajo de la media europea, el 1,9%, y muy lejos de los máximos de inversión de Suecia (3,75%) y Finlandia (3,72%).
– En España predomina la banca minorista y nuestro sector bancario es desproporcionadamente grande en relación con la economía española, es decir, existen demasiadas sucursales bancarias. La reestructuración bancaria no ha hecho sino empezar, y debe acelerarse y profundizarse.
– Tenemos que diversificar nuestras inversiones de cara al futuro y «no poner todos los huevos en la misma cesta» como ha sido el caso del ladrillo. Hay que diversificar el PIB español, tanto en industrias de alta demanda y tecnología, como en servicios de alto valor añadido.
En conclusión, la receta para sacar a España de la crisis tiene múltiples aristas, y es un mix entre reformas estructurales, redimensionamiento del sector público y reestructuración del sistema bancario. Estamos sin duda ante una carrera de fondo.
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