lunes, noviembre 25, 2024
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El descenso a la nada

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Asistimos a un fenómeno social con una dimensión profunda. De un lado, una crisis económica que desmantela, mediante las decisiones de este gobierno, el estado de bienestar edificado en los años ochenta. Los servicios públicos, la atención social y el papel integrador, por ejemplo, de las administraciones locales se pone en entredicho con medidas y proyectos de ley que pretenden desfigurar el modelo construido durante esos años.

La monarquía se ha empeñado con entusiasmo en hacerse daño de forma insistente y eficaz

Ese desmantelamiento incluye una cadena de reformas laborales y de la legislación que conduce a un nuevo ‘sistema de desprotección’ que, de paso, reduce el papel de los sindicatos como instrumentos para la negociación colectiva, devolviéndonos más allá de los años ochenta. Sindicatos que deberán adaptarse a la nueva realidad con cambios estructurales que también están en la demanda social.

Crisis también de la forma de estado, ya que la monarquía se ha empeñado con entusiasmo en hacerse daño de forma insistente y eficaz. La insensibilidad de la Corona con los problemas de muchos españoles es evidente, y las indecorosas actividades de la familia debilitan un modelo que si por principio ya es atávico, ahora es indefendible.

El modelo político constituido sobre la realidad de dos partidos frente a frente, que se han alternado en el poder los últimos treinta años, también está en tela de juicio. Desde la extinción de la UCD esto es lo que hay, salvo las excepciones territoriales de los partidos nacionalistas.

El caso es que todo y de forma radical está en cuestión por una sociedad castigada por el empobrecimiento, el desastre económico, la inoperancia administrativa, y la corrupción política e institucional. Las indirectas advertencias atribuidas al señor Bárcenas sobre donantes y empresarios enfangados por las comisiones, desmorona por todos lados la idea de un estado y una sociedad civil saneada capaz de afrontar nuevas expectativas en la economía del siglo XXI.

Perseguidas pasito a pasito las libertades mediante insinuaciones y decisiones que prosperan tras crear un clima favorable con la anuencia general de la llamada ‘clase política’, que ve como se desborda su capacidad de control, la España que comienza este siglo con una nueva generación de ciudadanos informados, capaces y suficientemente dispuestos a defenderse, se prepara para desmantelar, por su parte, lo que al parecer, se empieza a considerar como un ‘régimen’ caduco.

El otro partido que crece es UPyD, un compendio de deleznables realidades personales

Las encuestas evidencian una desconexión que comienza a ser estructural entre ‘políticos’ y ciudadanos. Y ni siquiera el crecimiento de IU atestigua que pueda preverse la dirección del cambio. Máxime cuando el otro partido que crece es UPyD, un compendio de deleznables realidades personales.

Algunos tendrán para sí la brillante tarea de ser los que recojan las últimas pertenencias del proyecto, abrazadas con sectario entusiasmo, cubran con sábanas los muebles y apaguen las luces, porque, por lo visto, no están dispuestos a aceptar que la sociedad española, la parte más activa de ella, busca nuevas formulaciones, otras respuestas claras y definidas a realidades que hasta ahora sólo disponen de tratamientos simétricos y el ya inaceptable desnivel entre responsabilidad y capacidad para abordarla.

Todo parece indicar que es cuestión de tiempo el cambio definitivo.

Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital

Rafael García Rico

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