Es una realidad reconocida de forma cuasi unánime que vivimos en un sociedad Kleenex donde se utiliza y se descarta de forma rápida cualquier tipo de producto, con la única finalidad de estar a la última moda.
La sociedad europea lleva varios años dentro de este proceso, fruto del aumento de la riqueza asociado con los nuevos procesos de producción, y de una nueva forma de entender el consumo, no en función de su utilidad y necesidad, pero mas en función de muchos otros parámetros calculados al milímetro por los departamentos de marketing de las grandes corporaciones, que tienen el único objetivo de hacernos consumir más.
Los usuarios más avanzados siempre les gustaba estar a la última en ordenadores personales, teléfonos, consolas…
La tecnología no es inmune a este fenómeno, es más siempre ha liderado de alguna forma este proceso, pero nunca como un fenómeno de mercado de masas, si no mas bien de nicho, donde los usuarios más avanzados (una minoría) siempre les gustaba estar a la última en ordenadores personales, teléfonos, consolas, etc…
Con la democratización de la utilización de la tecnología, y con el adviento de una sociedad mÁs propensa a los productos tecnológicos, se ha conseguido inculcar en el ciudadano de a pie, la consciencia de muchos términos diferenciadores que antes eran patrimonio exclusivo de los profesionales y de los usuarios más ‘geeks’. En la actualidad no es difícil ver a la gente hablar entre ellos de definición HD, Full HD, memoria Ram, dual core o quadcore a X ghz, banda ancha móvil o fibra, y toda una serie de otros parámetros numéricos que tienen la particularidad e aumentar la posibilidad de arrancar con la estimulación del ego de “yo la tengo mas grande”.
¿El resultado? Una autentica carrera de desarrollo tecnológico, donde la tecnología está ya prácticamente obsoleta en cuanto que pasa por la cadena de distribución, antes de llegar a manos del consumidor. El síntoma es particularmente visible en lo que se está transformando en el verdadero ordenador personal que es el móvil, y en el que ya bajamos de un ciclo anual de lanzamientos, anunciándose nuevos terminales por las mismas marcas casi de forma continua en el tiempo, como podrían ser por ejemplo los casos de Samsung y Apple en su lucha para gobernar el mercado de Smartphones.
Esta situación se ve agravada por la una política de imposición obligatoria de moverse adelante, a través de esa política de “kleenex” en que las marcas dejan de ‘mantener’ los aparatos mas antiguos con la distribución de nuevas versiones de los sistemas para soportar nuevas aplicaciones o para solucionar la existencia de fallos de sistemas, lo que acaba por transformar un equipo perfectamente valido en un cacharro. Ejemplo: Apple ha dejado de lanzar las nuevas versiones de su IOS para el IPAD 1, una máquina que tiene 3 años de edad y que es perfectamente capaz de ejecutar las aplicaciones del momento.
La pregunta es, ¿necesitamos los usuarios realmente tanta potencia como para cambiar nuestros dispositivos varias veces al año? La respuesta debería ser negativa, dado que realmente la mayoría de los usuarios empieza a no utilizar ni el 10% de las capacidades de los gadgets electrónicos de ahora, pero entra en juego otro factor importante el llamado factor “Cool” o traduciendo al español “Mola”.
La tecnología se ha vuelto un combustible más para generar la diferencia entre lo que es IN y lo que está OUT
En una sociedad de la apariencia y de la ilusión, la tecnología ha dejado de ser un factor de marginalización, si no basta ver los términos cariñosos con que se llamaba a los tecnólogos: “geeks”, “nerds” entre muchos otros, para pasar a ser un factor de status quo, y de diferenciación de actitudes ante la vida. Con base en este factor, ser visto con un Ipad I, con un Iphone primera generación, cuando ya vamos por el cinco, es señal de ser “cateto” o de una casta menor de aquella en la que viven los nuevos pretendientes al Olimpo digital. Donde ser visto con un Galaxy S y no con el Galaxy S4, es como llevar un pantalón de campana entre los pantalones estilizados de hoy.
Este hecho es directamente aplicable a ordenadores, y tablets, y hasta la vieja caja tonta llamada televisión se ha postulado a salir del armario, con su transformación en SmartTV.
En la carrera de la hoguera de las vanidades, la tecnología se ha vuelto un combustible más para generar la diferencia entre lo que es IN y lo que está OUT, y los usuarios hemos sido los primeros en transformarnos en usuarios “kleenex”.
Daniel Parente – Estrella Digital
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