Conocí a María Antonia Abad, Sara Montiel, de manera superficial en tres ocasiones, pero siempre me pareció que poseía esa mezcla de intuición, desconfianza y listeza, muy propia de los menestrales manchegos, y que equivaldría a lo mismo que se advierte en otro paisano conocido, admirado y famoso, como Pedro Almodóvar. Claro que Sara Montiel era más mujer que Pedro, y eso le procuraba un plus de perspicacia que ella supo usar en Hollywood, sin necesidad de sacarse el certificado de inglés de la escuela de idiomas, a pesar de que nos demostró que era una experta en lenguas, sobre todo cuando, delante de la cámara, pronunciaba las interdentales, labiodentales y palantales, como si fueran su última voluntad, en esas ocasiones en que el órgano lingual salía de la boca, y se asomaba como una serpiente curiosa al exterior, y los espectadores creían que allí comenzaba y terminaba una pasión prohibida.
El órgano lingual salía de la boca, y se asomaba como una serpiente curiosa al exterior
Estaba en París cuando le dijeron que regresara con urgencia a España, porque aquella película de bajo presupuesto que había tenido la caridad de rodar con Juan de Orduña, recién regresada de Hollywood, «El último cuplé», era un éxito sin precedentes. Y nunca he vuelto a ver las manzanas que rodean el cine, con una guirnalda de espectadores en fila, que anhelan conseguir una entrada en
taquilla . Hoy, a las medidas de la Sara Montiel que encandiló a Méjico, Estados Unidos y España, le haría ascos un esteta gay especializado en pasarelas de perchas de alambre, pero Sara sedujo a este y al otro lado de América. Y un día, cumplidos ya los sesenta, se arremangó la falda que cubría las columnas de su belleza ante Paco Umbral, y el escritor se quedó extasiado ante aquello muslos suaves y acogedores que parecían encerrar la dulzura de los caminos que conducen al paraíso. Le enseñó a fumar puros Hemingway, le dedicó un poema León Felipe, estuvo a punto de casarse con Mihura, rodó con Gary Cooper, fue amiga de Marlon Brando y la muerte de James Dean se publicó con una fotografía de él y Sara. Para una chica de Campo de Criptana no está nada mal.Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Luis del Val