No deja de causar asombro que sea Esperanza Aguirre quien exalta los valores de Thacher en el momento de su fallecimiento. Con el óbito de la Dama de Hierro se cierra la etapa en vida de una leyenda que tendrá durante años un incuestionable peso histórico. Su peso en los años decisivos del ‘reaganismo’ fue, en ocasiones, más fuerte que el del propio Reagan, pero la combinación de ambos dejó una estela sobre la que aún navegan muchos dirigentes y políticos del mundo entero.
Cuando las convicciones son tan firmes se pueden emprender procesos como los de la reconversión de la minería o emprender guerras como la de las Malvinas
La lealtad a una concepción nítidamente liberal de la economía pero también de la política, prefiguró el camino que habría de andar la líder – nada de lideresas y otras chuflerias – de los conservadores británicos durante su larga trayectoria política y la larga década de su mandato en el diez Downing Street.
Cuando las convicciones son tan firmes se pueden emprender procesos como los de la reconversión de la minería y de la industria o emprender guerras como la de las Malvinas. Sin la fuerza de unas ideas convincentes nadie hubiera avalado con rotundidad sus esfuerzos de liderazgo al frente del gobierno y de los torys. Conviene recordar su contestación en Los Comunes a una pregunta sobre la muerte de terroristas en Gibraltar a manos de la seguridad británica y la firmeza con la que asumió su responsabilidad como única autora.
Por eso, decíamos, sorprende el elogio de la lideresa – esta sí – ya que no hay correspondencia en ningún sentido entre lo que que una y otra han hecho al frente de sus responsabilidades. La economía madrileña, intervenida de facto desde el gobierno regional, es buena prueba de ello. La subvención interesada al grupo de sus amigos empresarios, otra buena prueba de ello. Su falta de seriedad y de rigor, de lealtad y de disciplina de partido, la culminación de una trayectoria que todavía se extiende bajo la mesa del poder regional con las miras puestas en el estatal.
Se va la dama de Hierro, es cierto; queda su legado histórico. Pero que no se sumen al discurso los que han desmentido con sus actos el código liberal que deberían haber defendido con igual entusiasmo al que puso Margaret Thacher; así que damas de hierro en plural, no. Una y ahora fallecida. Que las aspirantes sueñen pero que no confundan la realidad con el deseo. Descanse en paz.
Editorial Estrella