martes, noviembre 26, 2024
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Huelga de enseñanza, huelga de estudiantes

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Supongo que la incapacidad de los gobiernos para entender las aspiraciones de los más jóvenes los aboca a enfrentarse sistemáticamente con huelgas de la enseñanza que dejan en evidencia la larga distancia que hay entre los alumnos, es decir los jóvenes, y la planificación política. Probablemente es ahí donde de verdad empieza a tejerse la auténtica red antisistema: con la primera frustración por el desprecio al que se condena a los sujetos centrales del proceso educativo.

Los sindicatos de la enseñanza han convocado una huelga general del sector que ni la Concapa ni Ampe van a secundar. De la Concapa ya sabemos; de Ampe, también. La huelga general será por la política de recortes presupuestarios. Parece que la motiva un argumento razonable y que será secundada por asociaciones de padres y por los alumnos, de los que hablaba en el primer párrafo.

La extraordinaria vitalidad de una nueva generación podría ser la verdadera alternativa que se fragua a este modelo de sociedad

La huelga también servirá para rechazar socialmente la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, de tan pomposo nombre como de inútil contenido. Una ley denunciada incluso por las autonomías de obediencia debida.

Pero a mí me interesa, más que nada, la combatividad que se refleja en la nueva generación de alumnos, y que poco tiene que ver con ese discurso institucional que señala el comportamiento de los más jóvenes según parámetros televisivos, cuando es bien probable que tras esas estafas ideológicas que se encierran en determinados programas se oculten más bien sectores de más edad y más poder adquisitivo y supuesto nivel cultural que aquel que tanto gustan describir los falsos sociólogos, por muy de cámara que sean, del partido oficial.

Al observar, con rigurosa atención, los vídeos que ofrece la Red sobre movilizaciones de un instituto valenciano – un ejemplo paradigmático- hace ya tiempo, como de otras movilizaciones de la enseñanza, incluidas las incitadas por el Sindicato de Estudiantes – cuya supervivencia social es francamente encomiable entre tanto hundimiento generalizado -, uno no puede dejar de recordar las movilizaciones que en tiempos políticamente tan convulsos como los de la llamada transición, realizaban jóvenes de igual edad que estos de hoy, con iguales pretensiones de justicia distributiva, igualdad de oportunidades y libertades en los centros.

Como quiera que fuere, guardo recuerdo vivo de aquello – y de su trágico desenlace con el asesinato de Emilio Martínez, José Luis Montañés y Yolanda González – y tengo el impulso de pensar, aunque sea sólo un impulso, en la extraordinaria vitalidad de una nueva generación, que bien podría, por qué no, ser la verdadera alternativa que se fragua no sólo a estas leyes educativas sino también a este modelo de sociedad que nos imponen, cuya herencia debería ser un proyecto de cambio que asumiera, quiero creer en ello, la verdadera transformación social que aún es posible.


Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital

Rafael García Rico

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