martes, noviembre 26, 2024
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La reforma pendiente

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El PSOE aboga por reformar la Constitución y las preguntas que hay que hacer son ¿para qué? ¿cómo? ¿cuándo? y sobre todo con qué alcance. Y es que el quid de la cuestión está en que los dirigentes socialistas nos digan de una vez por todas si lo que pretenden es abrir un nuevo periodo constituyente. Verán, a mí, en principio, no me parece que haya por qué descartar una modificación de la Constitución, pero esa modificación no se puede hacer con trampa. Me explico. Se trata de saber si en la pretensión socialista solo está la de modificar parte del Titulo VIII buscando aplacar los ardores independentistas de Cataluña y dar unos retoques al Título de la Corona, o si de verdad se trata de reelaborar la Carta Magna y que esa reelaboración pueda dar un texto en algunos aspectos sustancialmente diferente al que tenemos.

Reformar la Constitución no puede quedar en una operación de maquillaje para calmar las ansias independentistas de Artur Mas y compañía

Porque si entramos en un periodo constituyente los partidos tendrán que tener más en cuenta que nunca la opinión de los ciudadanos, y hoy hay miles de ciudadanos que creen que el Estado de las autonomías tal como está no funciona adecuadamente. Unos porque propugnan el soberanismo, otros la independencia, los de más allá porque añoran el centralismo. De manera que lo que los dirigentes políticos no podrían hacer, por más que me temo que esa es la pretensión de Rubalcaba, es dar unos retoques al título VIII para terminar diciendo que España es un Estado federal, asimétrico, claro, porque los independentistas catalanes no soportan tener los mismos derechos que los demás, siempre quieren unos pocos más.

En cuanto a la Corona se refiere, tal y como están las cosas ya no se trata en que la Casa Real se someta a la ley de transparencia o que se igualen los derechos de las mujeres a los de los varones a la hora de convertirse en monarcas, sino que tendría que debatirse si la Monarquía parlamentaria continúa siendo útil o, por el contrario, se prefiere una República.

Es decir, que reformar la Constitución no puede quedar en una operación de maquillaje para calmar las ansias independentistas de Artur Mas y compañía. O se habla de todo o de lo contrario una simple reforma lo único que provocaría son frustraciones. No creo que tengamos que tener un miedo reverencial a la posibilidad de que se lleve a cabo una reforma constitucional, pero insisto en que antes hay que dejar claro qué se pretende y sobre todo pulsar la opinión del resto de los partidos para saber si hay consenso suficiente para comenzar a trabajar.

A lo que sí temo son a las improvisaciones a las que en los últimos años el PSOE nos tiene acostumbrados. Improvisaciones y ocurrencias que venimos pagando caro. Hace tiempo que el PSOE está inmerso en una huida hacia adelante porque está perdiendo pie, porque no tiene liderazgo, porque no parece tener un proyecto político que convenza a los ciudadanos y, sobre todo, porque precisamente a causa de esas improvisaciones y ocurrencias ha ido perdiendo la confianza de la sociedad.

Sería una temeridad por parte de Pérez Rubalcaba que su proyectada reforma constitucional solo fuera eso, una ocurrencia más o un simple intento de seguir bailando el agua a los nacionalistas independentistas.

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Julia Navarro

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