El fútbol es algo maravilloso, sobre todo cuando tu equipo gana. Sin embargo, cuando tu equipo pierde de la forma que perdió el martes el Málaga es más que doloroso, es algo dramático. Cuando todos pensábamos que el equipo andaluz estaría en las semifinales de la Champions League. Dos goles en el descuento convirtieron el final del partido en una pesadilla. Podemos hablar mucho de si fue injusto, de si el Málaga mereció pasar, pero me voy a centrar en el post-partido. Salió Manuel Pellegrini en rueda de prensa y dudó de la competición y de la UEFA. No dudo de que lleve parte de razón en sus declaraciones, el arbitraje fue descarado a favor de los alemanes, y no lo digo por los fuera de juego que beneficiaron a los dos equipos, sino por esas pequeñas acciones que van minando la moral del jugador sobre el campo. Sin embargo, ¿qué sucede cuando José Mourinho hace unas declaraciones parecidas a las del chileno? Sencillo, la maquinaria mediática se pone rápidamente a criticar al entrenador del Real Madrid. Le llaman llorón y le acusan de hacer daño al Real Madrid poniendo como excusa el señorío. Un señorío al que sólo se refieren los antimadridistas. A Pellegrini ni una crítica, ni un llorón. Este es el concepto y la doble vara de medir que hay instalada en la sociedad española.
Joaquín se despachó en sus declaraciones con Platini, y con la UEFA por el tema de la sanción al club andaluz
Siguiendo con el post-partido del Málaga. Joaquín se despachó en sus declaraciones con Platini, y con la UEFA por el tema de la sanción al club andaluz, que le impedirá jugar el año próximo competición europea por impagos. Sin embargo, no todo quedó ahí, y se acordó del Real Madrid cuando no venía a cuento. Conozco muchos madridistas que al escuchar al gaditano rápidamente se acordaron de los arbitrajes sufridos por el Real Madrid en los últimos tiempos en los campos europeos, con el cabreo consecuente. Sin embargo, yo lo veo desde otro punto de vista. El Real Madrid es tan grande que cuando los demás tienen que referirse a un equipo siempre se acuerdan del equipo blanco. Y eso es lo que diferencia al Real Madrid de todos los demás, y esto es lo que otros nunca podrán alcanzar. Sinceramente, el día que no se acuerden del Real Madrid comenzaré a preocuparme. Hasta que eso siga ocurriendo me sentiré orgulloso. Por eso las palabras de Joaquín no me producen cabreo sino orgullo.
Para acabar, quería dar un par de pinceladas de los partidos del Real Madrid y el Barcelona. Comenzaré por el Real Madrid que jugó primero. Lo que vimos el martes en Estambul es consecuencia de los que sucedió el año pasado en las semifinales de la Champions League contra el Bayern de Munich. El equipo se acuerda y no realiza ningún tipo de esfuerzo innecesario. Así sucede lo que sucede, que desde el comienzo de la segunda parte hasta el tercer gol de los turcos, tuve la sensación de vivir un déjà vu con el partido jugado por el Real Madrid en Granada. Desde ahí hasta el final el Real Madrid demostró que si hubiera querido, hubiera ganado el partido. Con respecto a lo vivido el miércoles en Camp Nou. Si yo fuera aficionado del Barcelona estaría preocupado. Ayer con dos bajas, un central y un delantero, el equipo culé parecía incapaz de ganar a un equipo que esta temporada había perdido partidos contra potencias como el Niza o el Sochaux. Tuvo que salir Messi para solucionar lo que Xavi, Villa y compañía no podían lograr. El Barcelona ayer me resultó patético, sin ideas, físicamente al límite, con pocas soluciones en el banquillo. En los minutos finales, los azulgranas no tuvieron más remedio que dedicarse a perder tiempo en el corner y con los recogepelotas desaparecidos. Pero eso sí, ni una crítica a la planificación de la temporada, ni a fichajes como Song, ni a la falta de previsión en la línea defensiva, ni a la falta de un delantero centro. Es el doble rasero.
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Israel Julián