El río de la política baja muy revuelto; en las encuestas, los ciudadanos suspenden a la mayor parte de los políticos. No me extraña. Ver como están las cosas: seis millones de parados, 65.000 procedimientos de desahucio iniciados, recortes de salarios, subida de impuestos… y constatar a qué dedican sus afanes nuestros dirigentes, en algunos casos, es causa de desazón y en otros de indignación. Un ejemplo. En Cataluña, más de seiscientas mil personas están en el paro. La «Generalitat» está entrampada y atrapada en una deuda que supera los 40.000 millones de euros. No le llega el dinero ni para pagar a quienes compraron los famosos «bonos patrióticos».
Lo que ocupa y preocupa al señor Mas, a Homs, su portavoz, y al resto de los «consellers» es… ¡el «proceso soberanista»!
La Sanidad y la Enseñanza han sido los sectores que más recortes presupuestarios han sufrido; también los funcionarios han visto jivarizados sus salarios. Está pendiente el cumplimiento de la reciente sentencia del TSJC sobre la enseñanza del castellano en condiciones de igualdad con el catalán y, por no añadir más que otro dato, anoto que el año pasado, en Cataluña, los bancos iniciaron 6.905 expedientes de desahucio. Detrás de cada una de estas anotaciones hay miles de ciudadanos que tienen un problema cuya solución o paliación está en manos de la «Generalitat».
¿Está en ello el gobierno autonómico que preside Artur Mas? Los problemas económicos, el drama social, ¿quitan el sueño al «president» y a sus «consellers»? No lo parece. A los hechos me remito. Lo que ocupa y preocupa al señor Mas, a Homs, su portavoz, y al resto de los «consellers» es… ¡el «proceso soberanista»! Deben lo que no está escrito pero han creado un nuevo artefacto político-burocrático: el Consejo Asesor para la Transición Nacional. ¿Cuál es la misión imposible que se le ha encomendado a esta célula que preside Carles Viver Pi Sunyer exmagistrado del Tribunal Constitucional? Pues, un juego de política ficción: diseñar las bases de un futuro «Estado catalán».
Un Estado, con todo: Justicia, Defensa, el reparto entre «España y Cataluña» de los activos y los pasivos, los impuestos, tratados de reciprocidad y doble nacionalidad, etc, etc… ¿Es serio que, vistos los problemas reales que tienen los ciudadanos, el primer representante del Estado en Cataluña, que lo es el presidente de la Generalidad, se entretenga impulsando este globo y creando semejante tensión institucional?
No me extraña que las encuestas digan lo que dicen de los políticos y que -unos más que otros, pero pocos son los que se escapan- hayan pasado a ser uno de los grandes problemas que tiene España.
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Fermín Bocos