La concentración de la Puerta del Sol en memoria de Yolanda González y para exigir una investigación que aclare la extraña relación de su asesino con los servicios de seguridad del estado en todos los niveles de la administración, supone entre otras cosas un respiro democrático entre tanta absurda discusión sobre el valor de la protesta.
La fuerza de cualquier movimiento radica en la legitimidad de su reivindicación y en el arrojo de quienes la promueven
Mientras unos se ruborizan ante los escraches y el PP se ceba contra ellos, y después de que se deslegitimen continuamente las manifestaciones de las distintas mareas y colectivos que protestan contra el proceso de destrucción de derechos y servicios públicos, el acto celebrado en el centro de Madrid, con indiscutible talante democrático, pone de relieve que la fuerza de cualquier movimiento radica en la legitimidad de su reivindicación pero sobre todo en el arrojo, la tenacidad y la perseverancia de quienes lo promueven.
Que la familia de Yolanda haya sido capaz de mantener viva y alerta la resistencia frente a la resignación con el asesino y su desvergonzada facilidad para alimentarse en el alcantarillado de las fuerzas de seguridad, es un ejemplo indiscutible de cómo se comporta la decencia democrática frente a la adversidad, y de cómo es posible organizarse y responder a cualquier tipo de ataque y en cualquier circunstancia, dando con ello cumplida respuesta a quienes retroceden en circunstancias desfavorables.
Cuando Hellín Moro asesinó a Yolanda en 1980, se precipitó la desmovilización estudiantil: es un hecho. Entre el 2 de febrero, fecha del asesinato, y el 14 de marzo, fecha de la aprobación del Estatuto de Centros Docentes, se produjo un retroceso en la respuesta de la calle, en la autorganización de los estudiantes y seguramente en la conciencia política colectiva. Pero desde entonces, un asombroso grupo de personas formado por la familia, migos y antiguos compañeros de la estudiante vasca, un abogado y algunos periodistas han sido capaces de mantener, como muy bien cuenta Asier González, hermano de Yolanda, viva la lucha por el esclarecimiento del crimen, el castigo al culpable y la asunción de responsabilidades por el tratamiento privilegiado que éste ha recibido.
En Sol se reunieron unos cientos de ciudadanos y con la fuerza moral de los promotores del acto pronto se irán sumando más y más hombres y mujeres de bien, porque encontrarán en la presencia simbólica de Yolanda en la política actual, un ejemplo de entrega y una experiencia de lucha seguida por los suyos, que bien puede servir de modelo para que quienes apuestan por el cambio social, se nieguen a la resignación que siempre se promueve desde el poder. La lucha de su familia, amigos y antiguos compañeros del PST por la verdad y la justicia es el camino a seguir.
Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital
Rafael García Rico