La sospechosa actuación del presidente de Pescanova que vendió una parte considerable de sus acciones días antes de que se hiciera público el verdadero estado de cuentas de la sociedad, pone en evidencia la necesaria cautela que las instituciones deben tener para vigilar los movimientos de los que, en medio de esta crisis, hacen juego sucio más allá de la legalidad.
Las compañías cotizantes en bolsa se deben atener a una legalidad vigilada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores cuya responsabilidad consiste en sostener un ‘fair play’ o juego limpio que asegure que los directivos de las compañías no manipulan la realidad a su conveniencia y a costa de los accionistas.
La llegada de Elvira Rodríguez a la presidencia de esa institución ha supuesto una verdadera revalorización
La llegada de Elvira Rodríguez a la presidencia de esa institución ha supuesto una verdadera revalorización del papel de una entidad que en los pasados años ochenta sucumbió a la tentación de hacer aquello que precisamente debía vigilar que no se hiciera, y que hoy, con las medidas emprendidas para hacer intervenir a la fiscalía en la investigación de los actos de la dirección de Pescanova, además de sus contundentes declaraciones sobre el problema de las preferentes y el mal comportamiento de algunas entidades bancarias, la sitúan en el centro de una forma de gestionar que trasciende el interés particular o partidista en beneficio de la sociedad, más allá de tales o cuales circunstancias concretas.
El reportaje que publica Estrella Digital deja meridianamente clara la comprometida actuación de la CNMV con respecto al presunto abuso de mercado que se ha podido hacer desde la presidencia de la compañía, minimizando las pérdidas, vendiendo oportunistamente acciones sobrevaloradas con respecto a la verdadera dimensión de los problemas económicos que atravesaba la conservera. Pero es justo dejar además clara la actitud frente al padecimiento de tantos pequeños ahorradores atrapados en el drama de las preferentes, y la sensibilidad para entender, ante tanto vacío y complejo distanciamiento institucional, la importancia de un comportamiento ético al frente de la administración, las empresas, los bancos y, por supuesto, el conjunto de las instituciones.
Reconocer un comportamiento adecuado y una ética en la actitud en un tiempo de tanto ruido y confusión, es una oportunidad inigualable para ennoblecer y destacar como se merece el verdadero trabajo de servicio público, tal y como hace Elvira Rodríguez, presidenta del Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Editorial Estrella