Este año el 1 de mayo no es un día más. No puede serlo. Más de seis millones de ciudadanos están en el paro y lo peor es que la perspectiva de volver a encontrar empleo para muchos será una misión imposible. La sociedad española está al límite. Yo no sé si Mariano Rajoy y su gobierno son conscientes de que los ciudadanos ya no pueden aguantar mucho más tiempo. Sí, Rajoy ha decepcionado incluso a sus votantes. Aun no lleva mucho tiempo en la presidencia del Gobierno, pero sí el suficiente para que algunas de las políticas que ha puesto en marcha hubiesen dado resultado. Pero no ha sido así. Es verdad que Zapatero le dejó una mala herencia, pero los casi dos millones de nuevos parados ya no se les puede achacar a la gestión del Gobierno socialista sino al actual gobierno del PP.
No digo que las cosas hubieran ido mejor de volver a ganar el PSOE las elecciones, solo constato que con el gobierno del PP han ido a peor
Cuentan en filas populares que al presidente Rajoy le obsesionaba que España no fuera intervenida y que lo ha logrado. Bien. Se ha apuntado un tanto, pero no es suficiente. La política de austeridad extrema, más la subida de impuestos, más la reducción de salarios, más los recortes en educación y sanidad, más los desahucios, más el escándalo de las «preferentes», más los numerosos casos de corrupción en filas políticas están conformando un escenario explosivo. Y lo peor, no me cansaré de repetirlo, es la falta de perspectivas de futuro.
El presidente asegura que no quiere engañar a la gente diciéndole que las previsiones son mejores de lo que son. ¡Faltaría más! Pero la cuestión no es que nos diga la verdad, que es su obligación, sino que se presentó a las elecciones con un programa que no ha cumplido y con un discurso en que aseguraba que los malos gobernantes son los que suben impuestos, y en el que, además, prometía que el fantasma del paro se iba a disipar cuando él estuviera en la Moncloa porque sabía «lo que hay que hacer». Bueno, pues es evidente que no lo sabía, amén de que, repito, ha incumplido casi todas sus promesas electorales. Supongo que muy a su pesar, pero lo cierto es que las ha incumplido.
Los ciudadanos hartos de Zapatero creyeron que iban a encontrar en Mariano Rajoy el político solvente que, efectivamente, tenía la receta para sacar a España de la crisis, pero lo cierto es que nuestro país hoy está peor de lo que estaba con el anterior gobierno. No digo que las cosas hubieran ido mejor de volver a ganar el PSOE las elecciones, solo constato que con el gobierno del PP han ido a peor. Este 1 de mayo son millones los trabajadores que están desesperados. Unos porque se han quedado sin trabajo, otros porque están a punto de perderlo, la mayoría porque sabe que ya nadie tiene el empleo asegurado.
La reforma laboral ha facilitado que muchas empresas hayan aprovechado para despedir a trabajadores, no porque su cuenta de resultados fuera mal sino que han aprovechado para reducir sus plantillas, y en algunos casos sustituir trabajadores veteranos por otros a los que pagan menos.
Este 1 de mayo unos cuantos miles de jóvenes españoles lo vivirán como emigrantes en otros países adonde han ido en busca de trabajo. Jóvenes muchos de los cuales se indignarían si escucharan a Esperanza Aguirre decir, como ha dicho, que es estupendo eso de irse a trabajar a otros países, que es una experiencia positiva.
Este 1 de mayor debería de ser el día en que Gobierno, oposición y sindicatos decidieran reunirse y consensuar el futuro. Es tal el drama que estamos viviendo que o se resuelve entre todos o no se resolverá. Me pregunto si los unos y los otros serán capaces de aparcar sus rencillas e intereses partidistas y asumir que el paro en España se ha convertido en el principal problema, que afrontarlo es una emergencia nacional.
Este 1 de mayo nuestros gobernantes deberían de escuchar la voz de los trabajadores. Se está llegando al límite. Hay quienes ya no pueden aguantar más.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Julia Navarro