Cuando un partido gana las elecciones por mayoría absoluta es obvio que su obligación es gobernar intentando cumplir fielmente su programa electoral. El PP ganó las elecciones por goleada pero desde el primer momento empezó a incumplir su programa electoral. Siendo esto grave, si me apuran, no es lo peor. A mi juicio lo peor es esa tendencia que tienen los partidos que ganan por mayoría de no escuchar a los demás, de mostrarse insensibles a cualquier cosa que diga la oposición y sobre todo a la voz de la calle que se hace oír a través de organizaciones civiles
Los políticos creen que ganar por mayoría es una especie de cheque en blanco para gobernar como les parece
Los políticos creen que ganar por mayoría es una especie de cheque en blanco para gobernar como les parece y eso es lo que una vez más está pasando. Ya soy mayorcita para sorprenderme pero no puedo evitar que me llame la atención la cerrazón de algunos miembros del Gobierno, supongo que avalados por el Presidente, de negarse a escuchar argumentos ajenos. Una parte importantísima de la comunidad educativa rechaza frontalmente la nueva Ley de Educación, pero el ministro Wert ha permanecido impasible ante las críticas. Lo mismo sucede con la reforma de la Justicia. El ministro Ruíz Gallardón no ha dudado en ponerse enfrente a buena parte de la judicatura. Por no hablar de la sanidad, en que los profesionales de todos los colores han llenado las calles de toda España protestando por la privatización encubierta de nuestro sistema público de salud sin que la ministra Mato y los consejeros de sanidad de las comunidades más afectadas se den por enterados.
Ya digo que cuando un partido gana las elecciones tiene la responsabilidad de gobernar, por tanto de tomar decisiones. Pero tomar decisiones no significa imponerse sobre una buena parte de la sociedad. El gobernante que no escucha está condenado al fracaso y recibirá antes que tarde el rechazo de la mayoría de sus conciudadanos.
En política, como en la vida, actuar como si se tuviera la verdad absoluta, es un síntoma de soberbia, y, en ocasiones puede que también de inseguridad. Yo creo que el Gobierno Rajoy debería de hacer un ejercicio de humildad simplemente escuchando las distintas voces que llegan de la sociedad. Quizá deberían de preguntarse que si tienen a tantos colectivos enfadados es porque algo lo están haciendo mal.
Y no se trata de que no «comuniquen» bien, que esa es la eterna excusa que se dan a si mismo los gobiernos y los partidos cuando sienten el rechazo de la sociedad. La gente no es tonta y sabe muy bien qué hace y deja de hacer éste y cualquier gobierno, y lo que suele suceder es que lo que hacen no les gusta.
Escuchar es un arte. Requiere paciencia, humildad, ganas de aprender y respeto a los demás. Lo lamentable es que nuestros actuales gobernantes imbuidos en el traje de la mayoría absoluta gobiernen desde la imposición y no desde el convencimiento. Si escucharan la voz de la sociedad se evitarían cometer unos cuantos errores.
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Julia Navarro