Urkullu lo avisó en su debate de investidura. La paz y la normalización, términos ambos ya muy manoseados en el País Vasco, iban a ser uno de los pilares de su acción política al frente del Gobierno de Vitoria. Las propuestas han quedado plasmadas en el llamado «Plan de Convivencia» en el que incluye desde la creación de un Instituto de la Memoria cuya ubicación no estaría, por ejemplo, en Ermúa, sino en Guernika. Se proponen acuerdos con las universidades vascas, contactos con el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU y la elaboración del denominado «mapa del sufrimiento» que supongo consistirá en marcar con chinchetas rojas los lugares en los que algún miembro de ETA murió porque le estalló su bomba en las manos y las calles en las que han yacido los asesinados por ETA. Un paseo por Bilbao y sus aledaños sería suficiente para poner los pelos de punta. Bildu, por su parte, ha contraprogramado al lehendakari y ha elaborado su propio plan.
El gran milagro vasco es que nadie, ni una sola víctima, se ha tomado la justicia por su mano
Es difícil encontrar un país en el mundo en el que se hayan formalizado más foros, más encuentros, más planes, más mesas, más diálogos que en el País Vasco y todo ello debido a la existencia de ETA. La experiencia demuestra que mientras los que no mataban se devanaban los sesos buscando fórmulas que «nos acerquen a la paz», los terroristas seguían a lo suyo; es decir, matando siempre que podían.
Ahora ETA lleva más de un año sin coger las armas. Fue una decisión «unilateral»; es decir, no condicionada a lo que hicieran los demás, ni producto de proceso alguno. Solo a ETA compromete su decisión de no atentar y solo a la organización terrorista hay que preguntarle, exigirle que nos explique que hacen manteniéndose como organización si han optado-dicen- por no matar. ¿Por qué ETA no se disuelve? ¿Por qué hay que elaborar planes, estadísticas y ponencias para dar forma a un «proceso» que solo interesa a quienes jamás han condenado las acciones terroristas?
Si por algo se caracteriza el País Vasco es precisamente por su ya demostrado nivel de convivencia. ¿No es convivencia compartir edificio con quien mató a un familiar? ¿No es convivencia encontrarte todos los días con quien sabes a ciencia cierta que dio información para cometer ese atentado que destruyó tu vida? El gran milagro vasco es que nadie, ni una sola víctima, se ha tomado la justicia por su mano.
Ayer sábado se celebró el acto de los exiliados. No es la primera vez que ocurre algo similar. Se trata de gentes que si no han vuelto a España ha sido porque no han querido o porque ETA no les dejaba. Sin embargo, la izquierda abertzale ha querido rodearlo de su particular épica. «Hay que hablar con los exiliados políticos en pos de la resolución integral del conflicto político vasco, puesto que siendo parte del nudo gordiano, es la manera más directa y simple de liberarlo». Estas palabras fueron pronunciadas el pasado miércoles en la rueda de prensa de presentación del acto de ayer. Naturalmente, ETA no existió y ninguno de los «analistas» emplazó a la organización terrorista a la entrega de armas y su disolución.
ETA ha despreciado todas las oportunidades que la democracia le ha ofrecido
¿De qué proceso hablan? Hablan de blanquear el pasado, de analizar los años de horror de manera que todos hemos tenido nuestra parte de culpa de modo y manera que si ETA mataba era como «respuesta» a desmanes previos y al llamado «conflicto vasco» que tenía como protagonistas, por ejemplo, a Fernando Buesa, Miguel Angel Blanco, Gregorio Ordoñez y así hasta mas de ochocientas personas. Todos culpables. Esta y no otra es la estrategia de la izquierda abertzale y es en esta estrategia en la que de una u otra manera se esta cayendo cuando se aprueban planes que llevan a ningún sitio.
El foco debe estar puesto no en lo que haga el lehendakari sino en la izquierda abertzale para que exija la disolución de ETA, cosa que no ha hecho ni va a hacer, y en la propia ETA que todavía no nos ha dicho porque no se disuelve. ETA ha despreciado todas las oportunidades que la democracia le ha ofrecido y ahora ni la democracia ni los demócratas debemos dar vueltas a una noria -la de la paz y convivencia- que ETA contempla con cierta expectación en la confianza de pasar a la historia no como lo que son, sino como algunos pretenden que les veamos. Si es verdad, como se afirma desde Interior, que ETA está derrotada ¿para qué tanto plan?, ¿para qué tanta estadística?, ¿para qué tanta ponencia?. ¿Será verdad que está derrotada?. Diezmada, si pero derrotada creo sincera y angustiosamente, creo que no. Nada deseo más que equivocarme.
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Charo Zarzalejos