Personalmente estoy convencido de que estamos en el final de ciclo de un sistema socioeconómico insoportablemente injusto. Mi única duda es cuando se producirá explosión.
Estamos en el final de ciclo de un sistema socioeconómico insoportablemente injusto
Leo la primera página de muchos diarios del sábado. Bárcenas, 46 millones en Suiza. La infanta niega trasiego de fincas. Urdangarin es el mago de la alquimia de la estafa con cargo al erario público. CiU se financió con seis millones de euros en comisiones ilegales. ¿Quieren que siga? Lo haré, la sanidad niega tratamientos contra el cáncer. Los sindicatos no saben y no responden. Rubalcaba patrocina un pacto solo para generar una imagen de responsabilidad.
No hay salida dentro de esta política económica. Europa está fraccionada y aislada en dos mundos. Los teóricos y los sicarios de la pluma nos dicen que hay que rebajar las pensiones y ampliar la edad de jubilación. Nada nos dice de que el presidente de BANKIA, que se llevó más de cincuenta millones de pensión del BBVA, siga trabajando. Nada nos dicen de la pensión de Alfredo Sáez, convicto de un grave delito, amnistiado por José Luis Rodríguez Zapatero y casi rehabilitado por Mariano Rajoy. El Banco de España le prepara un homenaje.
Los teóricos justifican los ajustes, justifican las privatizaciones y justifican la reducción de las pensiones. Justifican el desguace del estado del bienestar. Pero miran para otro lado con los privilegios de los poderosos. No es una prioridad cerrar los paraísos fiscales. Ni los impuestos de las SICAV.
La pregunta a la que no encuentro respuesta es ¿por qué no explota la sociedad de la indignación?
Empiezo a reflexionar. Los responsables de la actual situación de crisis tienen demasiados cómplices en lugares estratégicos. Mucha gente con piel de moderado, de responsable, de «bienpensante». Muchos aforismos establecidos para introducirnos en una sola corriente de pensamiento. Fuera de la ortodoxia del sistema dicen que no hay salvación. «Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades». Y nos introducen en el mismo saco a Bárcenas, a quienes cobraban sobresueldos en el PP, a los banqueros y empresarios como Blesa o Díaz Ferrán. A los propietarios de esas pensiones obscenas que dicen que tenemos que bajar las nuestras. Y está calando el fatalismo de que las cosas no pueden ser de distinta manera.
Nadie plantea la resistencia civil contra una democracia desnaturalizada
Hemos establecido la cobardía como un valor sensato para sobrevivir. Demasiados que ejercen el mismo papel que los capos judíos en los campos de concentración alemanes. Querían sobrevivir y colaboraban en la ejecución de quienes eran como ellos y debían pagar: sencillamente judíos.
Los sindicatos están tan inmersos en sus propias contradicciones que no se atreven a liderar ninguna protesta. También quieren sobrevivir.
El PSOE, Rubalcaba y compañía, no se han dado cuenta de que tienen la obligación de predicar la ruptura. Quieren ser reformistas imposibles de un sistema caducado. Y desaparecerán o se quedarán como fuerza marginal.
Nadie plantea la resistencia civil contra una democracia desnaturalizada. Nadie se atreve a gritar que esta Europa nos está haciendo ciudadanos de segundo nivel. Y quienes dirigen estas fórmulas de solución solo aspiran a salvarse ellos. Como los capos judíos de los campos alemanes.
No sé cuanto resistirá la pasividad en la contemplación de estas evidencias. Por eso no puedo precisar la fecha de la gran explosión. Pero estoy convencido de que se producirá.
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Carlos Carnicero