Creo sinceramente que se equivoca Montoro cuando califica de «quimérico» el proyecto propuesto por el PSOE para reformar la Constitución; dice el ministro que ahora lo importante es vencer la crisis. Y tiene razón, claro, a no ser por un detalle trascendental: que la crisis también está incrustada en el modelo de Estado que consagra la Constitución y por tanto más pronto que tarde habrá de decidirse a cerrar de una vez ese Título VIII que por razones ya históricas, quedó como quedó, tan abierto a todo, tan impreciso. Y lo que tampoco parece muy serio es que todo un Gobierno y todo un Parlamento no puedan hacer dos cosa a la vez; se puede y se debe luchar contra crisis y además se podría -y se debería- empezar a poner las bases para algo que ya se está intentando por otros caminos como la reforma seria y en profundidad de las administraciones.
El gran problema es que se trata más de una declaración de principios hacia un estado federal
Como todos los proyectos este del PSOE no es ni bueno ni malo sino discutible, seguramente mejorable pero desde luego oportuno. Y habrá puntos inadmisibles y otras que se podrían cambiar, pero al menos es un proyecto sobre el que empezar a teorizar, un proyecto con 14 puntos que me he permitido calificar de suspensivos porque el gran problema es que se trata más de una declaración de principios hacia un estado federal -o algo así- que, lo mismo que ha pasado con el famoso Título VIII de la Constitución, luego habrá que desarrollar y es ahí donde empiezan los problemas.
Ya se han analizado por los medios de comunicación los 14 puntos de la propuesta reformista y hay opiniones para todos los gustos según la ideología de cada medio; eso no importa, es lógico. Lo que parece positivo es que se hayan puesto sobre el papel esos 14 puntos aunque sean suspensivos porque la reforma definitiva del Senado como Cámara Territorial, -es sólo un ejemplo- lo llevan prometiendo todos los partidos desde hace años pero nadie ha dado el paso nunca. Y lo mismo se podría decir de otros temas que se abordan en la propuesta. Pero no por tratarse de problemas hasta ahora nunca resueltos, dejan de ser problemas y tal vez, en contra de la opinión de Montoro, sea precisamente este tiempo de crisis el más propicio para marcar los límites del campo de una vez por todas, para atar todos los cabos sueltos y para plantearse con tranquilidad algunos errores -como el de la sanidad divida- que ya son un clamor entre una ciudadanía harta de no poder ponerse enferma más que en su comunidad.
Claro que la reforma constitucional propuesta por el PSOE no es cosa de un día. Tal vez ni siquiera se podría llevar a cabo en lo que queda de legislatura, pero lo que parece absurdo es despacharla sin más con una frase sobre la marcha. Hay muchas cosas que no funcionan en este país y deberían de arreglarse como propone Rubalcaba o como todo lo contrario, eso ya se verá, pero lo que se sabe es que no funcionan. Seguir así y mirar hacia otro lado como parece que quiere hacer el Gobierno, no tiene sentido. Es hora de buscar caminos nuevos y hora también de desandar viejos senderos que no conducen a ninguna parte. Pero hay que ponerse a ello con una mano mientras que con la otra ser lucha contra la crisis.
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Andrés Aberasturi