Lo leo y no doy crédito. Definitivamente tiro la toalla frente a un Gobierno que tiene la rara habilidad -y lo que aún es peor: el empeño- de crearse enemigos quién sabe por qué. No se trata ya de grandes cosas, no voy a referirme a la Ley de Dependencia y al recorte que se está haciendo en todas la administraciones del gasto social; no voy a anunciarles con anticipación que en Madrid al menos, cuatro o cinco centros gestionados por los padres que atienden todavía a muchos paralíticos cerebrales, pueden echar el cierre si los nuevos «ajustes» anunciados se hacen realidad. Hablaremos de eso en su momento y, si es preciso, lo gritaremos. No voy a hablar del IVA a la cultura, una subida ruinosa y sin sentido. Hoy la cosa va de algo que, parece, ha pasado desapercibido y que no sólo suena a disparate injusto sino a intereses difícilmente confesables, a presiones que quiero pensar no han existido. Pero lo cierto es que todo apunta a que el Gobierno tiene la determinación de que el autoconsumo energético -producir tu propia energía mediante paneles fotovoltaicos por ejemplo, y consumirla en el momento-, se implante un peaje de forma muy controlada y sin perder de vista «la compleja situación económica» que afecta al sector eléctrico.
El Gobierno tiene la determinación de que el autoconsumo energético se implante un peaje de forma muy controlada
Dicho de otra forma y para que todos lo entendamos: el Gobierno piensa -por ahora sólo lo piensa- incluir para quien por razones económicas y/o ecológicas se lance a la aventura del autoconsumo energético un peaje, denominado «de respaldo», que, de entrada, sube la tarifa de quienes lo utilizan. ¿Y cuanto la puede subir? Ah, eso lo decidirá el propio Gobierno -y de ahí los «malos pensamientos»- de acuerdo con las eléctricas, pero según cálculos de la Unión Española Fotovoltaica (Unef), el peaje de respaldo que se pagará por generar energía en un domicilio será un 27% más alto que si se opta por el consumo convencional y se abona el peaje por el uso tradicional de la red. La asociación, que agrupa a unas 300 empresas y representa a un 85% del sector, critica -según informaba «El País»- que se impida el ahorro de los consumidores y se paralice la entrada de nueva competencia en el mercado eléctrico.
Si el decreto sale como hasta ahora parece que puede salir, se resume en una sola recomendación: desmonte sus placas solares o abandone la idea de ponerlas, porque le va a salir un 30% más caro que si contrata directamente a las pobrecitas eléctricas, esas que tienen en sus consejos de administración a ilustres nombres de ex políticos y que no paran de subir el precio de su producto, esas que se quejan amargamente porque su actividad en España en 2011 fue un 37% menor que en el ejercicio anterior y «sólo» ganaron 3.063 millones. Las previsiones de los analistas para 2013 sitúan los márgenes de las eléctricas nacionales en el entorno del 6,23% y el de las europeas en el 3,49%, es decir casi la mitad según el consenso de mercado que recoge FactSet.
Pues nada; tienen miedo y algo habrá que hacer para protegerlas. A ver; no soy experto ni en economía ni muchos menos en el negocio energético. Lo que más desearía es que si el ministro Soria o algún cargo medio de ese departamento leyera esta columna, sonriera compasivamente y me dijera que estoy equivocado y que en España no se va a frenar mediante «peajes de respaldo» -mira que les gusta poner nombres al hecho de cobrar dinero- unas iniciativas limpias a las que tenemos derecho como ciudadanos libres, responsables y hasta solidarios con el futuro.
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Andrés Aberasturi