viernes, octubre 11, 2024
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Envidia de Alemania

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 …y ahora, toca reconstruir Europa. O, al menos, perfeccionarla. Resulta inútil insistir en que lo que ocurre en Alemania tiene mucho que ver con el futuro, y con el presente, de España. Angela Merkel representa, sustancialmente, los mismos valores sociológicos que quisiera representar en España el Partido Popular. Claro que ni el PP es la CDU, ni Rajoy es Angela Merkel… ni España es Alemania, mal que nos pese. Claro que no faltará quien intente aquí apoderarse de la victoria democristiana-conservadora en Alemania para insistir en que el péndulo europeo, en estos momentos, y salvada sobre todo la excepción de Francia, sigue girando a la derecha. En todo caso, ese péndulo está detenido hoy en Berlín, motor y freno de Europa, y lo que ocurra en la RFA nos atañe a todos los europeos.

España es una pesadilla para los hombres del poderoso ministro de Finanzas

Para España ¿ha sido mejor la victoria del CDU de lo que lo hubiese sido la del SPD? La pregunta tiene difícil respuesta. Aunque lo más probable es que la historia de la UE, y la de las relaciones hispano-germanas, no hubiese variado si los ganadores hubiesen sido los socialdemócratas; Hollande no tiene peores relaciones con Rajoy de las que hubiese tenido el conservador Sarkozy. Analizar la marcha de Europa bajo prismas de las antiguas ideologías carece ya de sentido. Merkel gobernará, con o sin coaliciones, de acuerdo con las realidades de lo que hoy es la Unión Europea, que tampoco es decir demasiado, porque la UE necesita una urgente inyección de vitaminas. Pero la UE se enfrenta en los próximos meses a grandes cambios, a una mayor democratización, y España ni puede, ni debe, querer, por mucho euroescepticismo que muestren las encuestas, alejarse de Europa. De esa Europa que controlará, y si no al tiempo, cualquier tentación secesionista de Cataluña, por poner un  solo ejemplo de que no todo lo que reluce es economía.

Rajoy tiene buenas relaciones, nos dicen, con Merkel. Dentro, claro está, de la escasa influencia que el Gobierno de España tiene hoy en las cancillerías de la UE en general y en Berlín muy en particular. No nos engañemos: España es una pesadilla para los hombres del poderoso ministro de Finanzas –y quién sabe qué le deparará el futuro inmediato–, Wolfgang Schäuble. Piensan que se invirtió demasiado en nuestro país y que luego no hicimos los deberes como Dios y Berlín mandan. Piensan que los del sur, en general, no hemos trabajado como si fuésemos alemanes, y puede que algo de razón tengan. Aunque, claro está ¿es necesario ser como los alemanes?

Piensan que los del sur no hemos trabajado como si fuésemos alemanes

España tendría, entonces, que revalidar su vocación de ‘alemanes del sur’, un calificativo que un día, no lejano, nos enorgulleció, porque, en el fondo, siempre ha existido aquí una cierta envidia -no sé si sana o lo otro- por el ‘German way of life’. Nuestro país ha de establecer nuevos lazos con la RFA, unas relaciones no de subordinación, sino de colaboración y hasta de complicidad. Resulta inútil criticar la prepotencia de lo que algunos, exagerando no poco, llamaron ‘el cuarto Reich sin bigotillo ni botas’: al fin y al cabo, fue fundamentalmente Alemania quien financió buena parte de nuestras infraestructuras, envolvió parte de nuestro desarrollo, a cambio de ver esas carreteras españolas llenas de audis, de mercedes, de bemeuves. No ha sido del todo mal negocio para ninguna de las dos partes, aunque no sea fácil repetirlo. Y así hay que constatarlo cuando se abre una nueva era, otra vez presidida por Merkel, a la que más nos vale darle la bienvenida, así como a la Europa que se diseñe en esta etapa crucial en la que la UE va a cambiar modelos, modos y quién sabe si hasta comportamientos. Guste o no -tampoco es lo peor que podría habernos ocurrido- será el rostro archiconocido de Merkel el que tendrá que pilotar este paso a lo relativamente desconocido: la nueva/vieja Europa.

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Fernando Jáuregui

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