Teniendo a Nacho «Poirot» Abad, a Gloria «Miss Marple» Serra y a Sandra «Fletcher» Barneda, ¿para qué demonios se tiene que involucrar la Policía española en el «caso Asunta»? ¿Por qué tienen que perder el tiempo las fuerzas del orden en algo que ya tienen resuelto los detectives televisivos? Si tienen alguna duda que se lo pregunten a ellos y…¡caso resuelto!.
Los dos especiales con los que nos deleitaron Antena 3 y Telecinco este martes, separados tan sólo en el tiempo por cinco minutos, con cortes publicitarios al unísono y con títulos tan similares que el plagio pierde sentido («El crimen de Asunta» y «El crimen de Santiago», respectivamente), nos demostraron que no nos merecemos a los presentadores que tenemos.
Ellos, sólo ellos, van a permitir esclarecer un caso policial antes de tiempo. Sólo ellos pueden ahora mismo aportar «los testimonios más interesantes para los investigadores» y «todos los datos, todas las pistas, todas las respuestas», como proclamaba Barneda «Fletcher» al comienzo para tratar de enganchar a la audiencia.
En la misma línea, Nacho «Poirot» Abad hablaba de un «dato desconocido y revelador», asegurando que fue el padre de la niña, Alfonso Basterra, quien vertió el medicamento sobre las albóndigas malditas que terminaron de sedar a la pequeña. Claro que eso era poco para él e incluso le indicaba al respetable que estaba en condiciones de relatar, como gran «medium» también que es, «qué está pasando por la cabeza de la madre». Eso sí, Gloria «Marple» puntualizaba que «no vamos a hacer espectáculo». Pues claro que no.
Los dos espacios recrearon todo lo que había ocurrido el día de autos, los dos tuvieron a tres reporteros dicharacheros en distintos enclaves relacionados con el caso, y, por supuesto, los dos contaron en el plató con invitados que también parecían estar en contacto con el más allá y saber qué es lo que había ocurrido con exactitud. Al que intentaba sembrar una ligera duda sobre ello, «a lo mejor estamos haciendo juicios precipitados», rápidamente le fulminaba con la palabra «Poirot» indicándole que «todo lo que aquí estamos diciendo es verdad».
Si los comentaristas de los partidos de fútbol parecen los mejores entrenadores del mundo, los «criminólogos» televisivos dejan claro con su palabra divina que no hay detective mejor que ellos. Seguro que ahora mismo se sienten sin embargo infravalorados por unas cadenas que osaron ponerles en el «late night» en vez de un par de horas antes. Dios no les ha dado esos dones para que ni tan siquiera un millón de personas se beneficie de ellos. Ellos son elegidos. Lo malo es que todavía no sé para qué.
La mosca de ajuste