Así funciona la dinámica de los programas de corazón en TV. Primero se insulta, veja o despotrica de una persona, después ésta amenaza con querellarse contra quienes la han ofendido, y finalmente éstos piden perdón y todos se van a comer perdices. Entre medias, si se tercia, se puede aderezar el coctel con alguna presencia en otro programa que necesite aumentar sus audiencias.
Hasta los divos como Jorge Javier Vázquez, una de esas personas que parecen estar por encima del bien y del mal, tienen que plegarse ante este juego. Le ha ocurrido con Olvido Hormigos, a la que ya ha pedido perdón tras descubrirse las intenciones de ésta de llevarle ante la Justicia, y por ende restarle algo de su valioso tiempo, y se supone le ocurrirá con Aída Nizar, que le reclama 50.000 euros en concepto de indemnización por los insultos que le profirió… ¡en 2011!.
Sí, esa es otra. Parece que cualquier momento es válido para sacar del archivo audiovisual una descalificación. Sobre todo cuando una lleva tiempo sin ser portada de revistas o sin aparecer en pantalla. Aída, que dejó de ser colaboradora de «Sálvame» el pasado mes de mayo, por otra de sus salidas de tiesto, dice recordar ahora que Jorge Javier Vázquez la llamó «hija de puta» y «enferma».
No sólo eso, sino que, según asegura la denuncia, «alentó» al público a que la llamasen «hija de puta». Hay que recordar, echando mano de nootrópicos y colinérgicos (fármacos que favorecen el transporte del oxígeno al cerebro y que estimulan el pensamiento y la actividad cognitiva), que en aquel entonces el presentador reiteró 24 horas más tarde esos insultos, asegurando que no se arrepentía de lo dicho, «lo repito», y encima animaba al público del plató a imitarle al grito de «eres una auténtica, a ver a la de tres… eres una auténtica, un, dos, tres…», mientras el público decía «hija de puta».
A lo mejor al final le vale con que su agresor aparezca en pantalla para decir algo así como «por muy mal que yo considerese que una persona está actuando, no se merece que la traten como me comporté yo con …». Esa frase, que Jorge Javier pronunció el pasado viernes con el nombre de Olvido Hormigos, a la que había calificado unos días antes de «sucia», «gentuza» y «sinvergüenza», al tiempo que aseguraba ante la cámara que le daba «asco», le poría servir para ahorrarse 50.000 euros.
Claro que de lo que no le libraría sería de tener que invitar a su espacio nuevamente a su «amiga» Aída. Menuda es ella como para perder la oportunidad de volver a salir en pantalla o de despreciar así como así semejante montante económico. Volverá, y cobrará por ello. Así están establecidas las normas del juego. Desgraciadamente.
La mosca de ajuste