Alfred Bosch, portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya, es un hombre culto e inteligente que maneja a la perfección el lenguaje escapista y alambicado con el que los pregoneros del soberanismo están confundiendo al pueblo catalán. Es como un avezado publicista que conoce el valor de palabras y símbolos y construye con ellos el slogan con el que mover a favor de sus intereses y de sus proyectos el sentimiento de las mayorías desencantadas.
En un reciente debate en 24 horas de televisión española, respondiendo una pregunta sobre la ley Wert, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, afirmó que estaría dispuesto a reconocer que la mayoría absoluta del Partido Popular le da derecho a hacer la ley de educación que considere conveniente si, a su vez, al Parlamento Catalán se le confiere también el derecho a utilizar su mayoría absoluta en una votación soberanista sobre el tan traído y llevado derecho a decidir. Con estos razonamientos simplistas y absolutamente equívocos ERC se aúpa en las encuestas, obviando el castigo que los electores propinaron a sus compañeros de tripartito -sobre todo al PSC- y consiguiendo por primera vez superar en intención de voto a la mismísima Convergencia y Unió.
Cuando se trata de apostar por el independentismo, la ciudadanía prefiere el original a la copia
Porque, así las cosas, cuando se trata de apostar por el independentismo, la ciudadanía prefiere el original a la copia. Una copia, por cierto, que ha ido a trompicones, saltando de la cartera al corazón y que, como quedó demostrado en las últimas elecciones autonómicas, supuso un rotundo fracaso de la estrategia con la que Artur Mas las convocó.
Hasta tal punto ha llegado el fiasco del President de la Generalitat que su temor a una debacle electoral y a un «sorpasso» de los republicanos le está llevando a una desesperada búsqueda de un pacto electoral con Esquerra. Cosa, por otro lado, nada sencilla, habida cuenta de la reacia postura de sus socios de Unió que no quieren saber nada de alianzas con una ERC cuyo modelo económico está en las antípodas del que defiende Antoni Durán. Eso, añadido a la oposición, cien veces expresada por el líder de Unió, frente a los postulados independentistas.
Pero es que tampoco Oriol Junqueras, presidente de ERC, parece demasiado encantado por los cantos de sirena con que Mas trata de ganarse su voluntad. Las cosas están más que turbias; y es que, a estas alturas de la película, nadie parece fiarse mucho de nadie. Mientras tanto, el PSC y el PP se muestran inermes ante el propio desastre electoral que se les avecina.
¿Han hecho estos dos partidos, realmente, todo lo que saben y pueden hacer? Si es así, menudo fiasco. Porque tanto los socialistas con su ambigüedad como los populares con su intransigencia, están demostrando una incapacidad absoluta para ofrecer alternativas ilusionantes con las que posibilitar un poco de armonía y de convivencia.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Victoria Lafora