jueves, octubre 3, 2024
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Ana Pastor no logró convertir a ZP en Belén Esteban

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Ni son amigos, ni lo serán nunca, pero Zapatero y Rajoy no van a ser como Belén Esteban y María José Campanario. Ana Pastor intentó que así fuera este domingo en «El Objetivo», quiso que el expresidente del Gobierno pusiera a caldo al hombre que le sacó de La Moncloa, pero fracasó por completo. Dos no discuten si uno no quiere, y parece que, al menos por el momento, el socialista no está por la labor.

Relajado, y dispuesto a no perder la compostura en ningún momento, Zapatero le dejó claro desde un principio a su entrevistadora que no iba a entrar a valorar ningún tema de la actualidad política del país porque no quería «ni participar en la polémica pública ni contribuir a un factor que pueda ser negativo para la economía española». Es más, incluso le indicó que a la hora de valorar las políticas impulsadas por el actual Ejecutivo «mi presunción siempre será favorable», pero ni por esas logró convencer a una mujer que intentaba ser una nueva Agustina de Aragón, disparando su «cañón» una y otra vez.

A diferencia de La Artillera, sus disparos ni dieron en el blanco ni hicieron retroceder a su enemigo, por muy «amigo» que fuera en esta ocasión. Incluso intentaba demostrárselo haciendo loas de su gestión, con el fin de ETA como principal argumento, y tratando de justificar que era Rajoy el que estaba destruyendo su legado, que era el que se estaba cargando el llamado «Estado del Bienestar».

De la boca de ZP no salió esta vez ningún «¡váyase senor Rajoy!» ni ninguna recriminación, como si quisiera demostrar que ser presidente del Gobierno es mucho más difícil que arbitrar un Barça-Real Madrid o incluso cualquier partido de fútbol. Que el que lo ha sido no puede atentar contra la labor de un «colega», porque a la larga eso puede redundar a su favor.

A la Pastor sólo le quedó entonces dejarle hacer, resignarse a que esta vez no iba a salir en la Prensa por los titulares de su invitado. A su pesar, iba a hacer feliz a los dueños de su cadena, para los que cualquier ataque a Rajoy es una afrenta personal. A ella le quedaban las «migajas» de las audiencias, que, a diferencia de Zapatero, sí le iban a corresponder en esta ocasión. Algo es algo.

La mosca de ajuste

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