La decisión del Tribunal de Estrasburgo de anular la doctrina del Tribunal Supremo de España respecto a la llamada «doctrina Parot» ha provocado dolor y rabia no solo entre las víctimas también entre buena parte de la sociedad. Pero la ley es la ley y hay que cumplirla por más que puedan repugnar sus efectos.
Estrasburgo obliga, por más que en este caso duela, su manera de impartir Justicia
Que una etarra como Inés del Río haya sido la primera beneficiada de la sentencia de Estrasburgo ha supuesto un dolor añadido para las víctimas. Sobre las espaldas, no se si sobre su conciencia, de Inés del Río hay 24 muertos. La etarra ha cumplido más de veinticinco años de pena y habría cumplido más si no se hubiese terciado la decisión de los jueces europeos.
Inés del Río será la primera de una serie de presos, no sólo etarras, que se van a beneficiar de la sentencia de Estrasburgo por más que desde el Gobierno se diga que habrá que ver caso por caso. Estrasburgo obliga, por más que en este caso duela, su manera de impartir Justicia.
Pero la Justicia es Justicia y no venganza dicen los puristas del Derecho. Y es verdad. La Justicia debe de ser Justicia por más que repugnen crímenes y criminales y por tanto hay que aplicar la ley aunque eso suponga contener las náuseas.
Me parece a mí que en estos momentos lo mas importante es contener la rabia y sobre todo acercarse a las víctimas, consolarlas, recordarlas que su dolor es el dolor de buena parte de la sociedad, pero que la ley es la ley y hay que cumplirla y que de nada valdrán los lamentos porque por más que disguste no hay más remedio que dar cumplimiento a la sentencia del Tribunal de Estrasburgo.
Sí, duele, a veces como en este caso, la Justicia duele, causa un desgarro interior e incomprensión, pero por más que duela ese dolor no puede estar por encima de la ley.
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Julia Navarro