miércoles, noviembre 27, 2024
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Mariló Montero, una «Miss» frustrada

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No hay derecho a lo que le hacen a esta mujer. No sólo no le permiten presentarse a certámenes de belleza y desfilar por pasarelas con su gracia irreverente, sino que incluso la obligan a sentarse cada mañana en un sillón, delante de miles de personas, con un micrófono abierto para que pueda expresarse libremente.Y encima, ¡le bajan el sueldo cuatro veces! Calimero aseguraba que «nadie me quiere porque soy pequeño y negro». Mariló Montero no es ni lo uno ni lo otro, pero parece que tampoco es la más querida en este mundo cruel (sobre todo, con ella).

La «dama de honor» de las «reinas de la mañana» tiene que seguir sufriendo con un trabajo que nadie querría. Al menos ella no, porque como ha confirmado en su penúltima entrevista (nunca debe tildarse una de éstas como la última, porque privarnos de ellas sí sería una injusticia para el resto de la humanidad), «si alguien dice que soy una miss venida a periodista, tal vez sea una periodista que quiere ser miss».

Mariló lo está pasando muy mal porque además ha desvelado que «me han bajado el sueldo cuatro veces, no una, y jamás rechisté». En un tiempo en el que todo el mundo tiene trabajo y en el que a todo el personal no paran de subirle su nómina es como para preguntarse por qué se cometen estas tropelías con alguien tan buena en su profesión como es ella.

Y es que lo de menos son los errores que pueda tener, porque «cuando pasas tantas horas en directo, te tienes que equivocar de vez en cuando». Pues claro que sí. ¿Y lo de cargar con ella por defender que el pueblo se entretenga con un animal «salvaje»? Eso sí es una salvajada con una mujer que encima ni tan siquiera puede disfrutar de las nuevas tecnologías, «no tengo redes sociales para defenderme» (lo que se desconoce es si la causa es por no saber usarlas o simplemente porque no tiene suficiente dinero para disfrutar de internet).

Por ello agradeció que su polémica con el Toro de la Vega acabara en el mismísimo Congreso de los Diputados,  «me benefició para desmontar lo que se dice de mí». La culpa de su mala fama no es de lo que dice sino de alguien que la quiere mal, porque «no soy yo quien genera un debate, sino alguien que convierte mis palabras en trending topic».

¿De verdad que no les da pena esta mujer? ¿A que ahora la quieren mucho más que antes? ¡Vamos a contar mentiras, tralalá, vamos a contar mentiras, tralalá…!

La mosca de ajuste

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