Pipi Estrada, un cáncer de mana, empezar una dura dieta para perder los kilos de más que han desfigurado su esbelta figura, que la deje su novio Carlos Pombo… La verdad es que la vida de Terelu Campos no ha sido precisamente un camino de rosas en los últimos años. Sólo le faltaría que Jorge Javier Vázquez también se cansara de ella y la mandara a su casita a hacer calceta.
Como eso no parece posible, al menos mientras Paolo Vasile siga al frente de Telecinco y quiera seguir contando con «su» María Teresa Campos en las tardes sabatinas, por el momento no hay peligro de que se produzca un nuevo intento de suicidio, como dicen algunas malas lenguas del «Sálvame» (sí, ya sé que en estos momentos estarán haciendo memoria, sin éxito supongo, para recordar cuales son las buenas) que se dio recientemente con Rosa Benito.
De lo que no nos vamos a librar es de seguir escuchando a esta «chica Interviú» quejarse en cuanto le pongan una «alcachofa» delante, de lo muy «desaprovechada» que está, no ya solo en el terreno sentimental sino también en el ámbito profesional. Del primero es lógico que no quiera hablar, sobre todo ahora que dice que la quimioterapia, y no los dulces o los platos de cuchara, como les ocurre a los afortunados que no han padecido su mal, le han dejado una figura con la que no está satisfecha.
La hija de la Campos, como siempre ha sido conocida en este país, está precisamente hasta el gorro de ese calificativo. Dejar de ser «hija de…» y ser conocida por sus «gestas» profesionales es algo con lo que siempre ha soñado. Según ella, «no estoy suficientemente valorada, creo que podría hacer muchas más cosas, estoy siempre como a remolque: ‘esto sobra aquí, hazlo tú», por lo que afirma que «me gustaría que me volvieran a dar otras oportunidades».
Las mismas que le dieron con espacios como ‘La Granja’ o ‘La Caja Deluxe’ y que no terminó de aprovechar. Quizás todo se deba a su afán de protagonismo, a no conformarse, como su hermana Carmen, con dirigir un espacio, aunque sea el de su madre, a estar detrás y no delante de las cámaras. A ella no le vale ni con sustituir un día a su progenitora ni al mismísimo Jorge Javier Vázquez. Lo quiere todo sin saber que el que mucho abarca, poco aprieta, por muchos kilos de más que una tenga.
La mosca de ajuste