Ahora se comprende por qué un Barça-Madrid o un Madrid-Barça no está incluido en los eventos de interés general, y por qué no es gratuito para todo el mundo en este país. Los audímetros nos han desvelado que no llegó ni a un millón de personas las que vieron el «clásico» el pasado sábado. Según esos datos, hasta los partidos del lunes de Cuatro, perdón, del Athletic, tienen más espectadores.
En Canal + Liga, el de Sogecable, siguieron el choque 666.000 espectadores. En Gol TV, el de Mediapro, apenas 268.000, menos que, por ejemplo, los que seis días antes habían visto la Santa Misa en La 2 de TVE (353.000).
Una de dos. O a los españoles les aburre ya el fútbol, y, sobre todo, lo que Messi y Cristiano puedan hacer sobre un terreno de juego (cada vez menos) o lo de los audímetros de la televisión de pago es un cachondeo mayor que los que controlan las audiencias de los que no pagan por ver la televisión.
Según los datos facilitados, estos aparatitos los tienen en sus casitas los abonados de Canal + Liga y a Gol TV, ya que practicamente la totalidad de los mismos rentabilizaron su inversión viendo en directo el partido. Mejor suponer eso que no que las cifras las dan a ojo, presuponiendo que un encuentro así va a ser visto por todos los que han pagado por él.
¿La solución para dar unas cifras coherentes con la importancia del encuentro? Poner los audímetros en todos los bares que tienen contratado esos servicios, o en las casas donde hay familias muy numerosas y, principalmente, que tienen como amigos a gran número de «gorrones», incluidos los que se apuntan a una visita sorpresa coincidiendo, casualmente, con un «clásico».
Un Barça-Madrid es para los bares como para un vendedor de chuches poner un puesto en la puerta de un colegio o como para un feriante el día del patrón en cualquier pueblo de España. Hacen su agosto particular en cualquier mes del año y compensan lo que, según dicen ellos, les «sablean» por tener el pertinente descodificador en su local.
Ellos sí firmarían porque hubiera un partido así al menos una vez al mes, de la misma forma que lo harían los dueños de las dos plataformas, ya que esa sería la manera para que esa cifra de un millón de abonados a esos dos canales se multiplicara, como mínimo, por cinco. Y es que pagarles a ellos saldría más barato que ver los encuentros en los bares, salvo para los parientes de los «gorrones» previamente citados. Los mismos que en las apreturas de algunos establecimientos en estas fechas tan señaladas, se pegan a uno como si le conocieran de toda la vida, para no tener que consumir nada, para que no se les acerque el camarero.
Claro que eso, como la pescadilla que se muerde la cola, conllevaría de nuevo la ruina hostelera. Ccomo en tantas cosas en la vida, tampoco parece que en este asunto haya manera de poder contentar a todo el mundo. ¡Rajoy, dimisión! (la culpa, como decía Tip, siempre es del Gobierno).
La mosca de ajuste