martes, noviembre 26, 2024
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La paranoia del “espionaje global”

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Desde que se sabe que EEUU espía a todo el mundo, todo el mundo espía a todo el mundo. Las relaciones diplomáticas son hipócritas porque todo el mundo lo sabe y, por tanto, espiarse entre amigos es a partir de ahora perfectamente legítimo. Es la nueva doctrina del espionaje global que se está lanzando, creo, como una cortina de humo para tapar que dentro de «todo el mundo», en materia de espionaje, hay muchas diferencias. ¿O es que los servicios secretos de todo el mundo forman una estructura transnacional de poder oscuro sin ningún control estatal?

Si debemos soportar estoicamente que los EEUU nos espíen, ¿para qué queremos nuestros costosos servicios secretos?

Entrar en las comunicaciones de las embajadas es algo que no se debería tolerar, el derecho diplomático lo prohíbe. Interceptar las comunicaciones de los particulares de forma masiva, siendo ilegal según el derecho interno de un Estado –incluso un delito- tampoco se debería tolerar por que «todo el mundo lo hace». Supone un atentado contra la soberanía del Estado y una violación del principio de no intervención. Además no es cierto que todo el mundo lo haga y no sólo por la razón de que pocos pueden hacerlo: quien lo haga está violando derechos humanos relacionados con la libertad y la privacidad. Cuando hablamos de espionaje (vigilancia extra-territorial lo llaman) a particulares nos referimos también a empresas que compiten en un mercado global y cuyas comunicaciones pueden tener utilidad económica y en materia de política comercial, como se ha reconocido en uno de los papeles revelados por Snowden. Si debemos soportar estoicamente que los Estados Unidos nos espíen, ¿para qué queremos nuestros costosos servicios secretos? Si se demuestra que nos han espiado los rusos o los chinos, por ejemplo, ¿no nos indignaríamos?

¿Para que sirven los esfuerzos del Parlamento Europeo para dilucidar el caso? ¿Sabía o no Obama que la NSA espiaba a Angela Merkel? Cualquiera que sea la respuesta, el resultado es catastrófico. ¿Por qué Alemania y Brasil proponen una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas alegando el Pacto internacional de Derechos civiles y políticos para proteger a las sociedades democráticas del espionaje masivo? España debería adherirse a Francia y Alemania en la solicitud de explicaciones conjuntas, iniciativa a la que se ha adherido ya Bélgica, espiada probablemente por ser sede de instituciones europeas.

Y este espionaje directo a los políticos que forman parte de los gobiernos, ¿es algo que los políticos están dispuestos a tolerar sin caer en una especie de paranoia institucional? El desarrollo de las relaciones internacionales no puede basarse en una suerte de desconfianza absoluta permanente de los líderes y los gestores de la política internacional hacia sus congéneres. Con estas acciones EEUU –cree- que consigue su seguridad nacional pero a costa de la inseguridad internacional que se provoca cuando se cuestionan las libertades de las personas.

No creo que la hipocresía diplomática haya terminado. Ahora se niegan a rendir cuentas de los hechos. Pero antes que aceptarlos, en un ejercicio de realismo salvaje, más bien habría que intentar poner coto al espionaje y no aceptar esta nueva doctrina del «espionaje global»: todo el mundo espía a todo el mundo. Si eso es así nadie puede escandalizarse: olvidémoslo todo y pasemos página pues. Esa parece ser ahora la consigna de la Casa Blanca.

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Julio Vives

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