La dirección del PSOE quiere que, en la conferencia política del fin de semana, se hable de propuestas y no de rostros ni de liderazgos. Pero eso, tal como está el patio, es como pretender poner puertas al campo.

Óscar López, en su calidad de secretario de organización, puede insistir una y cien veces en que el cónclave tratara sólo de «principios generales» y en que, tras el fin de semana, no sabremos ni la fecha ni el reglamento ni nada de nada sobre las primarias abiertas en las que será elegido el candidato electoral del 2015.

Lo de los «principios generales» no deja de ser una simple cantinela porque en un momento donde las encuestas siguen a la baja para el partido del puño y la rosa, los socialistas deberían someter a revisión todo su proyecto y eso incluye por supuesto el liderazgo.

En el PSOE no es que haya marejada es que hay un auténtico tsunami que cuando dé la cara será imparable

Es lógico que Rubalcaba no quiera enseñar sus cartas y que guarde un mutismo absoluto sobre sus intenciones a medio plazo, pero de ahí a conseguir que nadie haga un «ruidito» va un abismo. Emiliano García Page lo decía claramente en una entrevista para El Mundo: «La gente nos reclama un cambio de liderazgo» y añadía «el mayor riesgo para el PSOE es el inmovilismo, no asumir el riesgo de cambiar». Se puede decir más alto pero no más claro y no es ni mucho menos el único que mantiene ese discurso. Patxi López ya ha dicho, con claridad, que si se le dice que es necesario «no se pondrá de perfil» postulándose, aunque tímidamente, como uno de los posibles candidatos a las primarias. Además ahí esta Eduardo Madina, Carmen Chacón y algunos otros que pueden estar oteando el terreno, con mayor o menor éxito.

En el PSOE no es que haya marejada es que hay un auténtico tsunami que cuando dé la cara será imparable. Hay algunos que ante el vértigo de unas primarias abiertas no sólo a militantes sino a simpatizantes que den como resultado otro perfil del tipo Zapatero están creando una dinámica de grupo, una especie de «clan de la tortilla de una nueva generación» en cuya foto no estaría nadie de la actual dirección.

Entre quienes alientan ese movimiento están convencidos de que si desde la dirección pilotada por Rubalcaba hubieran favorecido un cambio, ahora estarían pisándole los talones al PP y no serían necesarias operaciones como la pilotada por Garzón para «derrotar a la derecha».

De momento la «garzonada», como la denominan muchos, ha sentado como un tiro a casi todos y aunque de cara a la galería afirmen, como Rubalcaba, que «cuantos más se sumen a este proyecto más fuertes seremos» de puertas adentro nadie desea que se identifique a un PSOE renovado con el exjuez condenado por prevaricación. Tal vez por eso y aunque algunos de los firmantes de la famosa carta abierta estarán en la cita del fin de semana incluso participarán en los debates, el ex juez no lo hará. «Si él participa yo me voy y como yo unos cuantos» comentaba en privado un destacado dirigente al que el denominado «Espacio abierto» le produce urticaria.

Si en el cónclave no se habla de primarias, ni de la espinosa cuestión territorial, ni del órdago soberanista de Cataluña, ni del liderazgo, ni del cacareado cambio constitucional ¿para qué se convoca? Por mucho que la ponencia marco haya recibido 12.600 enmiendas y que se lleven meses preparando nuevas propuestas o estas se concretan y tienen visibilidad o no hay nada que hacer.

Este encuentro no puede ni debe ser otra oportunidad perdida cuando el principal partido de la oposición sigue desangrándose electoralmente. Es un lujo que no se pueden permitir.