jueves, octubre 3, 2024
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Nico Abad, la antítesis de Marc Márquez

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Se acabó el Mundial de Motociclismo, el segundo que ha ofrecido Telecinco, y, como tantas cosas en la vida, el adiós nos deja a los que nos gusta este deporte un sinfín de luces y sombras. Las primeras las aportan nuestros motoristas, que han ganado las tres categrías y han demostrado que es una pena que estas pruebas no sean olímpicas (nos hincharíamos a medallas). Las segundas las siembra una sola persona, Nico Abad, el hombre que ha convertido a todos los telespectadores en psicópatas en potencia, en gente que disfrutaría viéndole atado al suelo y delante de las parrillas de salida de todas las cilindradas, un segundo antes de que el semáforo rojo se apague.

Su histerismo, sus gritos y sus intentos por poner a todo el personal de los nervios ha hecho que en algunas ocasiones hasta haya tenido que quitar el volumen para no escucharle. Una cosa es ponerle sentimiento a una narración (hay otros que parece que están en un velatorio) y otra muy distinta lo que él hace, crispar al personal, hacerle odiar a Vasile y a todo aquel que ha tenido algo que ver con su elección como comentarista del Mundial.

Y es que el chico si algo tiene es buena prensa dentro de Mediaset. Ya se sabe lo que pasa con el que tiene padrinos, y él en esa casa tiene más que los que barajó Francis Ford Coppola para su saga.

En los informativos, cuando presentaba los deportes, se le podía soportar porque cuando menos no chillaba, algo que ya nos había mostrado que se le daba fenomenal cuando se encargaba de animar las previas a los encuentros de la selección española de fútbol. Por eso y porque esos espacios duraban poco. Con las motos, donde hay previas, carreras y post, uno acaba más empachado que Paul Newman tras comerse los 50 huevos duros de 'La leyenda del indomable'.

Lo peor es que el campeonato de este año ha sido el más visto hasta la fecha. Con los datos en la mano, a ver quien es el guapo en Telecinco que se atreve a decirle al chico que se quede en su casa el próximo año. Mientras Márquez, tanto por su forma de pilotar como por la sonrisa que siempre luce en cualquier circunstancia, cae bien a todo el mundo, el tal Nico, con su afán por superar el histrionismo de Jim Carrey, va camino de batir todos los registros de antipatía posibles. Se lo ha ganado a pulso. O mejor dicho, a gritos.

La mosca

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