Antes ejercían de cantantes, aunque no lo fueran. Ahora han decidido cambiar de registro y meterse a humoristas, tengan o no gracia. La tercera edad se ha propuesto demostrarle al país que sirve para algo más que para el dominó o la petanca y sus integrantes lo mismo intentan ser rockeros de la mano de Melendi que hacen travestismo junto a Manel Fuentes.
Los que fueron santo y seña de una generación, sobre todo para los que estaban ebrios o los que querían estar al nivel de los que lo estaban para no chafar la fiesta, han decidido volver pero únicamente sobre el escenario de ‘Tu cara me suena’, ese espacio en el que Latre insiste en ser gracioso sin imitaciones de por medio, algo que es imposible, y en el que Ángel Llacer sigue creyendo que hablando a gritos uno se gana al respetable.
Ahí, en ese plató en el que viejas glorias como Marta Sánchez se confunden con cantantes de ahora tan bordes como ella (caso Mónica Naranjo), y en el que gente que se ha quedado sin un programa que arruinar (véase Florentino Fernández) intenta ganarse las habichuelas haciendo lo que sea, es donde Juan y José Salazar no tienen problema en hacer el ridículo, creyendo que la gente se ríe con sus imitaciones sin darse cuenta que lo que hacen es reírse de ellos.
Esta semana les tocó imitar a sus hermanas, otro grupo mítico como Azúcar Moreno, y el espacio no dejó pasar la oportunidad de mezclar programa de entretenimiento con otro del corazón y juntar a dos mujeres que llevaban seis años sin verse. Sólo faltaron las ‘Alazán’ y Porrina de Badajoz para juntar al completo a toda la parte artística de esta familia gitana extremeña.
Lo de que si Toñi y Encarna pasarán las vacaciones de Navidad juntas o si se irán de «compras de modelitos» como dijo la primera es lo de menos. Lo importante era dar la nota, como la dan cada semana los participantes en tan particular concurso, y reunirlas durante un rato en televisión. Con eso el espacio se garantiza salir la próxima semana en las revistas del corazón y ellas el poder desmentir o ratificar este «acuerdo» en alguna de éstas o en cualquier plató televisivo.
Todos salen ganando menos, como siempre, la audiencia. No ya la de este espacio, que seguirá siéndole fiel con tal de ver disfrazado de lo que sea a un rostro popular, sino la que quiere algo más. Pero qué más da, como cantaban Los Chunguitos, «Dame veneno» y déjame ahogar mis penas como a mí me de la gana.
La mosca de ajuste