El próximo fin de semana oficializa su ascenso al estrellato. No (aún) al máximo estrellato, pero, a estas alturas, ¿quién duda de que Susana Díaz es el astro que quiere iluminar el secarral del PSOE? Así que todos los ‘peces gordos’ del partido, cual si de una nueva Conferencia política, o casi cual si de un congreso federal se tratara, se han apresurado a confirmar que sí, que estarán en Granada cuando, este fin de semana, se abra el congreso regional que concluirá el liderazgo de José Antonio Griñán y dará paso a la nueva presidenta de la Junta de Andalucía al mando en la organización territorial más poderosa, más influyente y mejor organizada de la formación que aún es la alternativa de Gobierno en España. Ocurre, sin embargo, que esta mujer, que aún no ha cumplido los cuarenta años y debe toda su carrera a su paso por el ‘aparato’ del partido, donde se ha revelado como dura, correosa y peligrosa, no puede acceder a las primarias para ver quién se enfrenta al candidato del PP -y a los otros candidatos- en las elecciones generales de 2015. Si se presentase, dicen todos, las ganaría. Pero primero tiene que cumplir el trámite de ganar las elecciones andaluzas. Porque casi trámite parece, dadas las dificultades que está encontrando el PP a la hora de encontrar un candidato: ¿el secretario general, un tal Sanz? ¿El alcalde de Córdoba, bastante desconocido también fuera de su ciudad, donde sí es apreciado? ¿Una ministra como Báñez, que arrastra la carga de ser parte del Gobierno nacional?
Debe aguardar su oportunidad, convertirse en líder de la oposición a Rajoy
Hay quien aconseja a Díaz el paso suicida de adelantar las elecciones andaluzas y, una vez arrasado el contrario, concurrir a las primarias, que inexplicablemente han sido retrasadas hasta acaso tan allá como el otoño del año próximo. No creo, desde luego, que desaire de tal modo a sus seguidores y posibles votantes. Debe aguardar su oportunidad, convertirse en líder de la oposición a Rajoy -las encuestas dan por amortizado a Rubalcaba, aunque también lo hacen con el propio Rajoy- y dejar que los próximos dos, tres, cuatro años transcurran en medio de los huracanes que todos temen que van a llegar sobre la sufrida política española. Y que sea otro, Madina, Patxi López, García-Page o hasta Carmen Chacón, a saber, quien, una vez superadas esas primeras primarias, valga la redundancia, capee esas tormentas.
Solamente he tenido oportunidad de hablar una vez con ella y me pareció despierta y dispuesta a todo con tal de alcanzar su meta, y su meta está clarísima: llegar a La Moncloa desde San Telmo. Pero en tiempo y forma. Fue la principal atracción, desde luego, de la Conferencia política del PSOE, hace poco más de una semana, donde sin duda brilló en medio de otras luces mortecinas. Los jóvenes del PSOE, que los hay, la idolatran, quizá porque la mayor parte de ellos no han experimentado sus métodos expeditivos en esa guillotina que es el ‘aparato’ de un partido. Su consagración como definitiva ‘jefa’ del partido que gobierna en Andalucía, que es, ya se sabe, el granero de votos de España, me parece la noticia de esta semana. Sobre todo, porque estamos ante una ‘cumbre’ de aclamación, no de elección. Hay momentos en los que, algunos lo creen, los votos son lo accesorio, el baile de los aplausos lo fundamental. Y en los que, menuda equivocación, casi no importa demasiado lo que se diga ante los micrófonos.
Así que atención, llega ella, en un momento en el que son muchas las mujeres que toman el relevo -véase lo que ha ocurrido en Chile, ejemplo de democracia latinoamericana– de políticos cansados y cansinos, abrasados, poseedores siempre del mismo lenguaje, destrozados por las encuestas. Si Susana Díaz se ha hecho tan rápidamente con los controles del avión es porque ha explicado al pasaje, con palabras distintas, cuál es la situación y quiénes son los culpables de las tormentas. Mi expectación ante este fin de semana consiste en saber si tiene también soluciones inéditas… que son, por otro lado, las que estamos reclamando desde hace tanto tiempo tantos ciudadanos.
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Fernando Jáuregui