El pasado miércoles 12 de febrero el PP con su rodillo absolutista en el Congreso de los Diputados ha rechazado retirar el Proyecto de Ley del Ministro de Justicia contra el aborto actual. Dicen los peperos que, en realidad, han hecho «piña de partido» y que muchos en su seno están en contra de este Proyecto, sin que eso signifique que estos hipotéticos disidentes sean partidarios del aborto actual por plazos a pesar de sus pequeños maullidos de rechazo mientras están cómodamente acurrucados junto a la chimenea del salón.
Pero lo importante a la hora de la verdad en un Parlamento no es lo que se dice sino lo que se vota y este miércoles el PP compactamente (si se descartan unas pocas posibles abstenciones) ha respaldado al Presidente del Gobierno y a su Ministro de Justicia en este asunto. ¡Enhorabuena a los dos! Primero fueron estos dos los que nos enseñaron la popa de su embarcación ideológica rumbo a las cavernas y ahora es todo el PP el que sigue su estela. Es su opción. Es su derecho. Como es también el derecho de los demás de tomar debida nota, y no sólo las mujeres porque los hombres deben de reconocer que, como dice Monago, figura ascendente del PP en Extremadura, a ninguna se le debe de obligar a ser madre.
El Ministro de Justicia llamó «cizañeros» a los socialistas con ocasión de este debate y se remontó a los álbumes del galo Asterix para apoyar su afirmación con la mención a un personaje de la serie que es tan cizañero que condenado a morir en el Circo Máximo despedazado por garras y mandíbulas leoninas consigue que los leones se coman entre ellos. ¡Muy gracioso!
No sorprende que el Ministro se remonte a los romanos que en los álbumes de Asterix son los de la época de Julio César, en el siglo I antes de Cristo. En aquella época la mujer romana tenía que estar siempre bajo la tutela de un hombre: padre, hermano o marido. Era libre en algunas cosas pero predestinada a la procreación y en las familias pudientes a conformar con bodas arregladas alianzas familiares en aras a la perpetuación de patrimonios económicos y a la búsqueda de influencias políticas y económicas. No tenían derechos políticos y no hablemos ya de las que eran esclavas. En el fondo las mujeres eran objetos a disposición del género masculino. ¿Será ese el objetivo final del Presidente del Gobierno y de su Ministro de Justicia, empezando por la cuestión del aborto?
Carlos Miranda