domingo, septiembre 22, 2024
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¿La guerra de Crimea del siglo XXI?

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Se está planteando un posible conflicto armado internacional en Ucrania por causa de la península de Crimea donde Rusia tiene a la flota del mar Negro (Sebastopol). El Parlamento ruso ha autorizado a Putin a usar la fuerza militar para defender los intereses rusos en Ucrania, en particular en Crimea, cuya población es mayoritariamente rusa, y donde grupos armados sin identificar –probablemente a las órdenes de Rusia,  han ocupado instalaciones estratégicas. Una ocupación subrepticia de Crimea por parte de fuerzas rusas. El Parlamento de Crimea ha sido ocupado también por grupos armados. Las nuevas autoridades de Ucrania, después de la huida de Víctor Yanukóvich, han alertado al ejército para la defensa del país. ¿Una guerra entre Estados  en el espacio postsoviético?  Yulia Timoshenko va a entrevistarse con Putin para intentar solucionar el conflicto antes de que se llegue a una fase más grave del uso de la fuerza armada que, en realidad ya se está  produciendo.

Estos hechos suponen una violación de la soberanía de Ucrania y del Derecho internacional. Una amenaza y uso de la fuerza contra la integridad territorial y la independencia política de Ucrania que puede ser calificado de agresión según la definición de la agresión de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Resolución  3314 (XXIX) de 1974). Eso es lo que se quiere decir cuando se señala que los hechos equivalen a una “declaración de guerra” que formalmente no se ha producido. No puede decirse que Rusia carezca de otros medios o instrumentos de presión legales para defender los intereses rusos en Ucrania y en Crimea. Parece que el objetivo último de su intervención es provocar una secesión, una retrocesión de Crimea a la jurisdicción rusa (Crimea fue cedida a Ucrania en 1954). Por mucho que se invoque la integridad territorial de Ucrania, eso podría ser legal si Ucrania lo consiente, tras un referéndum de autodeterminación en Crimea sobre su futuro  que ya se está planteando. El resultado para Ucrania puede implicar quizá una suerte de renovación de los criterios que aplicaban las grandes potencias en los Estados separados durante la Guerra Fría. Hoy en día existe un conjunto de normas sobre el respeto de las minorías que debería aplicarse a los tártaros y ucranianos de Crimea en caso de  incorporación a Rusia pero no es Rusia un país pionero en la defensa de los derechos de las minorías que no sean las suyas.

El objetivo último de su intervención es provocar una secesión, una retrocesión de Crimea a la jurisdicción rusa

El conflicto, por su gravedad,  está siendo debatido permanentemente en la ONU. Como Rusia es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es casi imposible que este Consejo pueda condenar una agresión rusa en Ucrania. Quizá entones se ponga en marcha con carácter sustitutivo alguna acción de la Asamblea General, habilitada por la inacción del Consejo. Va a ser inevitable, si el conflicto va a más, un nuevo enfriamiento en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia que podría también afectar de rebote a otros conflictos pendientes de solución como los de Irán y Siria.  Las autoridades de Ucrania ya han pedido ayuda a los Estados Unidos y al Reino Unido invocando el Memorandum de Budapest de 5 de diciembre de 1994 sobre garantías de seguridad conforme al que estos países –y Rusia que ahora lo está violando- garantizaban la integridad territorial de Ucrania al desprenderse esta de las armas nucleares soviéticas heredadas de la antigua URSS. La única alternativa jurídica real es seguir invocando el principio de arreglo pacífico de las controversias entre Estados. Ahora bien a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) o a la Unión Europea este conflicto le viene demasiado grande pues ya tiene una dimensión geoestratégica de alcance mundial.

Julio Vives

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