Estos días hemos visto en los medios de comunicación que algunos miembros de la dirección del colectivo de víctimas del terrorismo (COVITE), se han trasladado hasta La Haya para denunciar ante la Fiscalía de la Corte Penal Internacional lo que muchos consideramos desde hace mucho tiempo que existía en el País Vasco, lejos de lo que algunos llaman erróneamente conflicto, nos encontramos ante un claro caso de genocidio en Europa.
La palabra genocidio está recogida en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad. Esta definición se circunscribe perfectamente a lo que ocurre en Euskadi y lo que muchos vascos hemos sufrido y seguimos sufriendo en nuestra tierra.
Muchos vascos hemos vivido como los judíos alemanes en la Alemania nazi de finales de los años 30
Yo personalmente he utilizado en muchos actos e intervenciones políticas este término de genocidio para explicar al mundo la tragedia que vivíamos en la década de los noventa y comienzos del siglo XXI los integrantes del Partido Popular en el País Vasco, además de otros políticos, jueces, periodistas, miembros de las distintas fuerzas de seguridad, militares etc, etc, debido a la persecución que hemos vivido por parte de las ideas nacionalistas independentistas vascas de ETA.
Yo suelo decir que muchos vascos hemos vivido, y nos hemos sentido como los judíos alemanes en la Alemania nazi de finales de los años treinta y comienzos de los cuarenta del siglo pasado.
Por tener unas ideas políticas, y en nuestro caso por ser vascos y españoles, se nos ha perseguido, amenazado, insultado, asesinado. Muchos han tenido que coger las maletas y marcharse del País Vasco, dejando atrás familia, amigos y trabajo.
A otros no les dio ni tiempo de hacer esas maletas y fueron secuestrados, heridos o asesinados por los terroristas. Muchos tuvieron que abandonar sus empresas por las extorsiones recibidas con el mal llamado impuesto revolucionario. Muchos cerraron sus pequeñas tiendas y negocios cuando fueron marcados como españolazos y boicoteados por algunos nacionalistas impidiendo a las gentes especialmente en los pueblos pequeños que entrasen a comprar allí.
He tenido que ver familias rotas y destrozadas por la pérdida de sus seres queridos asesinados cobardemente, he visto como muchos de mis compañeros de partido o sus familiares tenían que visitar psicólogos y psiquiatras para intentar seguir viviendo. He visto como padres y madres no podían llevar o recoger a sus hijos en las paradas de los autobuses escolares para no poner en peligro a los niños por si les esperaban los terroristas para atentar contra ellos. O he vivido como matrimonios o noviazgos entre mis compañeros de filas se han roto porque no podían vivir con la presión de no poder tener las rutinas de vida que tienen las demás familias, porque están rodeados de escoltas.
Todo esto no me lo ha contado nadie, todo esto lo he vivido y lo sigo viviendo yo. Hay veces que la amnesia colectiva no tiene límites y que además se junta con la miseria humana, lo digo porque recuerdo cuando fui presidente del Partido Popular vasco el caso de un compañero mío, concejal de un pequeño municipio alavés, que solía en aquellos tiempos ir a visitar y a buscar con su coche a su novia en otro pueblo, los vecinos de la comunidad de su novia le aconsejaron que no aparcase el coche junto a esas viviendas ya que si un día le ponían una bomba podía afectar la explosión al bloque de viviendas. Les prometo que no es una broma, esa es una parte de la Euskadi real que hemos y seguimos viviendo algunos.
La iniciativa internacional de COVITE es más necesaria que nunca y alabable
También hay que decir y recordar que ojalá esta iniciativa tenga ese respaldo internacional que nos ha faltado muchos años en la lucha que ha tenido que hacer España en solitario contra el terrorismo, donde hemos sido durante mucho tiempo ninguneados e incomprendidos por muchos de esos países que se decían ser vecinos y amigos.
Recuerdo como un día, hace ya varios años, el que fue presidente de Gobierno español Adolfo Suárez me quiso conocer, y en una conversación mantenida con el expresidente se sinceraba conmigo por los palos en las ruedas que le ponía su homólogo en aquellos tiempos el presidente francés Valery Giscar d'Estaing en la lucha contra el terrorismo, llegando a decirme que pasaba vergüenza de las cosas que le decía, donde el francés le recriminaba que la culpa era de España y no de los terroristas, y los franceses permitían que suelo francés fuese el santuario de los terroristas.
Por eso esta iniciativa internacional de COVITE es más necesaria que nunca y alabable, lo triste es que se tengan que dirigir a instancias internacionales para denunciar una realidad patente y palpable en nuestro país.
Carlos Iturgaiz