lunes, septiembre 23, 2024
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La estrategia de las sanciones: ¿Aislar a Rusia?

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Es difícil en un mundo tan globalizado establecer sanciones contra una país como Rusia aunque sea por la ocupación de Crimea en Ucrania. Una cosa es ayudar a Ucrania económicamente, incluso enviar observadores internacionales de la OSCE (¿qué tienen que observar?) y otra muy distinta sancionar a Rusia. Las sanciones han de ser efectivas para que sean eficaces, de lo contrario sólo revelan la impotencia del adoptante en el mejor de los casos; en el peor de ellos  también este sale perjudicado. Adoptar la suspensión de la cooperación militar como ha hecho Estados Unidos es lo mínimo tratándose de un conflicto donde se intenta impedir el uso de la fuerza armada en el territorio de un Estado soberano. No acudir a la cumbre del G8 (G7 más Rusia) prevista en Sochi o suspender la cooperación en materia de visados son sanciones relativamente menores teniendo en cuenta la envergadura del conflicto. También se ha propuesto que Turquía cierre el estrecho de los Dardanelos a los buques rusos y, en caso de un embargo comercial,  a todos los buques con destino a puertos rusos en el mar Negro.

¿Cómo se aisla a Rusia sin asfixiar a Ucrania que es a la que precisamente tratamos de ayudar? 

Se dice que la Unión Europea y los Estados Unidos, Obama expresamente, barajan medidas para “aislar a Rusia”. Si hubieramos oído esta expresión en la época de la URSS nos habríamos quedado estupefactos. ¿Aislar a Rusia? No es tan fácil. Unos, como los Estados Unidos quizá lo tienen más fácil porque casi se autoabastecen energéticamente mientras que en la Unión Europea la dependencia de las fuentes de energía rusas es patente. Y desde la época de la Guerra Fría ya se ha creado una fuerte interdependencia comercial, y hasta bursatil, entre Rusia y la Unión Europea. No debe olvidarse el Tratado de la Carta de la Energía (1994) destinado a asegurar la economía y el transporte de los productos energéticos entre el este y el oeste de Europa y que se ha dado a conocer gracias a las demandas de arbitraje basadas en él que han planteado empresas extranjeras contra los Estados, España entre ellos, por las ayudas a las energías renovables. Además, en este caso ¿cómo se aisla a Rusia sin asfixiar a Ucrania que es a la que precisamente tratamos de ayudar? Ucrania es muy dependiente del gas ruso.

Dado el poder de veto de Rusia en el Consejo de Seguridad la inacción de este órgano de Naciones Unidas, incluyendo por supuesto el tema de la adopción de sanciones, está garantizada. Serán los Estados miembros por sí mismos o a través de las organizaciones internacionales en que son parte, como la Unión Europea, las que podrán adoptar estas sanciones en interés colectivo para mantener la paz y la seguridad internacionales. Los Estados Unidos y el Reino Unido podrían alegar de modo más específico el memorándum de Budapest por el que garantizaban la integridad territorial y la independencia política de Ucrania al abandonar esta las armas nucleares de la ex URSS en su territorio. En cualquier caso, corremos el riesgo, deben decir en la Unión Europea, de que si aislamos a Rusia nos aislemos también a nosotros mismos y se nos apague la luz. De ahí la cautela con que se está tratando el asunto de las sanciones; más en término de amenaza que de realidad. La cooperación activa con Ucrania en todos los campos parece una estrategia más viable, aparte de las negociaciones diplomáticas, claro está. Pero Putin se mofa de la diplomacia.

 El conflicto va para largo y habrá que pensar que las sanciones que se adopten, también

Mientras tanto, el parlamento de la República de Crimea está provocando la anexión a Rusia y ya ha establecido una fecha muy próxima para un referéndum que se supone de autodeterminación: el 16 de marzo. La clave de la solución del conflicto es cómo satisfacer los intereses de Rusia y, al mismo tiempo, mantener la integridad territorial de Ucrania en los términos actuales. Pero la política de hechos consumados comienza a surtir sus efectos. Sanciones puntuales contra los activos de altos funcionarios rusos no van a detener la dinámica endiablada de los acontecimientos. Rusia no reconoce a las nuevas autoridades de Ucrania y estas, a su vez, no reconocen los actos de las autoridades de Crimea. El conflicto va para largo y habrá que pensar que las sanciones que se adopten, también. Cabe plantearse si, finalmente, la anexión de Crimea a Rusia no será un mal menor, en comparación con una guerra mundial, que los Estados Unidos y la Unión Europea acabarán tragándose, para desespero de las nuevas autoridades de Ucrania y en violación, una vez más, del Derecho internacional.

Julio Vives

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