viernes, septiembre 20, 2024
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Messi versus Cristiano

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“El Madrid está en el pico” aseveró el técnico del Levante al final de la derrota en el Bernabéu. Y es cierto.

“La afición no le dará la espalda al equipo”, afirmó en tono de súplica el presidente del Barcelona tras caer su club en Valladolid. Y eso está por ver.

A este tercio final de la liga ambos equipos han llegado de forma muy diferente. El Madrid tranquilo, confiado, con esquema de fútbol y en pleno apogeo de sus estrellas. Por el contrario, los blaugranas son un campo de minas, desconfían de su entrenador, no saben de Xavi Hernández y Messi revolotea como una abeja que ha perdido su aguijón.

Florentino se quitó el moscardón portugués y colocó en su lugar a un pacificador llegado de Italia, al que rescató de Francia. Fichó a un galés, que no es que arregle partidos pero contribuye y siguió aprovechando que Casillas limpiaba banca para frotarse las manos con el futuro. Y, de momento, los hechos le dan la razón.

Y mientras, el entonces presidente Rosell se trajo a un argentino de manos en el bolsillo que afirmó a su llegada que “esperaba conseguir las mismas seis copas que en 2009”. Fichó a un brasileño que para jugar se trajo a familia y amigos… y de paso les hizo ricos, y metió al club catalán en tal laberinto judicial que él mismo se tuvo que marchar para  mantener un tiempo de oración y reflexión, de arrepentimiento y perdón y ya de paso conseguir algo de alegría, como si fuera tiempo de Adviento retrasado.

El Madrid siguió adelante. El Barcelona se estrelló. Y mucha culpa de esta situación la tienen dos nombres: Cristiano y Messi.

La pulga ya no mete el miedo con sus espectaculares arrancadas, sus amagos, quiebros y esquives. Ahora merodea el círculo central y en sus contadas visitas al área parece suspirar en busca de ese aire que arribe a sus pulmones y evitar así que los habituales vómitos paladeen su garganta. Se ha acomodado y dicen que solo piensa en Brasil. Además, Neymar le ha hecho mucho daño, no el juego del niño, más bien el dinero que se ha llevado junto a su “papa”. Una ofensa para el “pibe”.

En el reverso, en Concha Espina, el portugués continúa con su formidable cuerpo como eje central de su fútbol, ahora un poco más compañero  y por ello cede algún que otro disparo y goles a sus socios del tridente. Quiere la triple corona, un nuevo balón de oro y, como no, igualar en la Casa Blanca el dinero que se ha llevado el niño brasileño del Barcelona. Pero ese es otro cantar…de momento.

Y así está la liga. Pero no se olviden, hay un sherpa que no cesa de escalar, a su ritmo, “partido a partido” como inculca Simeone a sus muchachos. El bonaerense no olvida esa cita anónima que dice: “El traspié no se da contra la montaña sino contra la pequeña piedra del camino”

El Barcelona no apartó la piedra del Valladolid.

JA Ovies

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