viernes, noviembre 15, 2024
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Flores y revoluciones

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La primavera empieza fuerte, contradictoria y urgente: Suárez se nos muere un poco a todos, llega la marcha por la dignidad pidiendo imposibles, la anexión de Crimea es ya una realidad por la vieja vía de los hechos consumados y en Cataluña los políticos se complican la vida ya no se sabe si en busca de una secesión imposible o de un concierto económico ventajoso -posibilidad esta última que apuntó desde el principio este humilde cronista aunque luego Mas enloqueciera un poco porque las malas compañías son siempre un peligro-.

Cuesta tragar el manifiesto de la marcha por la dignidad

El caso es que la muerte física de Adolfo Suárez -el ex presidente era un entrañable fantasma de sí mismo desde hace años- abre la espita para que todos vuelvan a contar la Historia según sus gustos. Pero ahora que está tan de moda cuestionar la transición gracias a ZP -el libro de Leguina «Zapatero, el gran organizador de derrotas, historia de un despropósito» es demoledor y certero- ahora, digo, volverán las sombras del pasado y se escribirán cosas desde una libertad que jamás se hubieran podido escribir si Adolfo Suárez no hubiera existido.

Por eso cuesta tragar el manifiesto de la marcha por la dignidad cuando afirma que: «La descomposición del régimen surgido de la Constitución del 78 se hace evidente debido a los mismos elementos presentes en su nacimiento, el cual tuvo lugar en contra del pueblo, está corroído por la corrupción y no tiene ninguna legitimidad».

Hombre, afirmar que la democracia emanada de la Constitución del 78 naciera en contra del pueblo no parece demasiado creíble ni éticamente aceptable, pero los manifiestos son lo que son y exigir, como exige la marcha, «no al pago de la deuda, ni un recorte más, fuera los gobiernos del troika, pan trabajo y techo para todos y todas» pues está bien, claro, pero no sólo no parece muy viable ni aquí ni ahora, sino que me atrevería a decir que resultaría francamente peligroso y peor remedio que la propia enfermedad.

Cada vez son más los nacionalistas que no quieren llegar tan lejos

El resto ya se sabe: Crimea será rusa porque ni Europa ni los EEUU  quieren líos con una Rusia que sigue siendo una potencia y da calor a medio viejo continente y habrá una especie de acuerdo secreto o público para que las cosas no pasen de ahí y todos a olvidar lo sucedido incluidos los políticos secesionistas catalanes que intentan evitar cualquier comparación con la península pro rusa. Pero siguen con su órdago soberanista y aunque cada vez son más los nacionalistas que no quieren llegar tan lejos, no parece fácil que Mas, y menos aun ERC, pongan freno a esta carrera de despropósitos que empezaron a correr en el momento menos oportuno y de la forma menos adecuada. ¿Un buen acuerdo económico podría ser una solución? Seguramente sí para buena parte de Convergencia y casi toda Unió, pero no para una Esquerra crecida gracias a Mas y cuya única razón de ser es la que es.

Un año más la bucólica primavera viene cargada de tantas revoluciones como flores los almendros.

Andrés Aberasturi

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