No quiero decir que no fuera punible la acción de Ramos, pero tampoco quiero decir que lo fuera. No quiero decir que no mereciera la tarjeta roja por ser el último de la fila, pero si no hubo falta no habría tarjeta. No quiero decir que el pase de Messi a Neymar no fuera un pase de gol, pero no hubiera sido falta de Ramos si antes se llega a pitar la posición de fuera de juego de la que parte el joven brasileño. No quiero decir que no mereciera ganar el Barcelona, pero cuando eran once contra once iba triunfando el equipo blanco. No quiero decir que la falta de Alves a Cristiano fuera dentro del área, pero ni siquiera recibe el “ínclito” brasileño una cartulina amarilla por tal acción. No quiero decir que no fuera penalti la hamburguesa a Iniesta, pero tampoco quiero decir que no fuera mano dentro del área la que, al unísono, Piqué y Mascherano realizaron tras el tiro de falta de Ronaldo. No quiero decir que el Madrid pudo golear en el primer tiempo, pero se demuestra que Valdés es un buen portero y Diego López estaba sacando el billete para el viaje a la Luna. No quiero decir que Neymar y Bale no se ganaran el sueldo, bueno, perdón, aquí sí lo digo. No quiero decir que Messi se aprovechó de sus penas máximas y un pase para dejar su sello de número uno, pero la pulga besaba constantemente su escudo tras cada gol como matiz de amores que se deben pagar con 250 millones de euros…
En fin… No quiero decir nada de esto.
Solo quiero decir que el réferi mató el partido cuando decidió expulsar al central madridista. Bien o mal, lo que está claro es que el partido finalizó con media de hora de adelanto. Cuando el sevillano enfilaba el túnel del vestuario todos sabíamos que el encuentro sería catalán. Y así fue. Así se mata el futbol. Bien o mal, justo o injusto, pero así se mata el fútbol.
En los partidos, para expulsar a un jugador, debiera darse un hecho claro, muy claro, en el que todo el mundo coincidiera. Sí, ya sé que quién decide es uno vestido de amarillo, pero debiera saber tal profesional que no se puede estafar a miles de personas que han pagado su entrada y millones que han cotizado por verlo en canal de pago para que, al menor movimiento que ofrezca duda se expulse a uno de los 22 actores. En ese santiamén se mató el futbol. Eso ocurrió en el Bernabéu.
Y digo todo esto con doble sentido. Me explico.
En Octubre de 2013 se celebró el encuentro de liga entre el Barcelona y el Madrid en el Camp Nou. Corría el minuto 26 de la segunda parte y Cristiano Ronaldo enfilaba en solitario la portería de Valdés. Al llegar al área, el portugués fue empujado por detrás por Mascherano, en un claro penalti que el árbitro no señaló. Ni falta máxima y, por lo tanto, ni expulsión. El espectáculo siguió.
“Fútbol es fútbol” argumentaba Vujadin Boskov.
Marzo de 2014. Veintidós jugadores disputan un Madrid-Barcelona en el Santiago Bernabéu. Corre el minuto 28 de la segunda parte y Neymar enfila la portería de López. Al llegar al área, el brasileño es tocado? en un músculo gemelo por Sergio Ramos. Penalti y expulsión. El espectáculo esta vez se terminó.
En el Camp Nou el árbitro decidió que no pasó nada, en el Bernabéu el colegiado mató el partido al obligar a un actor a dejar la representación.
Que me lo expliquen, o que me devuelvan el dinero.
¡Ah!, por cierto, en ambos encuentros el árbitro fue el mismo: Undiano Mallenco.
JA Ovies