¡Gracias a la noche que me ha dado tanto! Gracias por permitirme gozar del fiestón del año en Madrid. Boy George ha visitado la capital y esa noche pasará a la historia. No solo por lo que gozamos apenas 300 privilegiados que ahí lo dimos todo, sino porque esa noche se decía adiós a la vieja y maravillosa estación de Príncipe Pío, la Estación del Norte, de Madrid que a partir de ahora se convertirá en un centro comercial, hotel y/o similar. Que se transforme en un espacio cultural, parece que ni se contempla a pesar de que hace años Antonio Banderas proyectaba allí un teatro para la ópera que pasó a mejor vida. Plantear que el ruinoso pero con encanto espacio se convierta en un discotecón, como en Berlín o Nueva York, puede provocarle un ictus a Ana Botella así que tampoco lo diré muy alto… aunque sería un negocio de altos vuelos a tenor de lo que allí se vio.
El británico Boy George renació en Madrid –alguno ya le daba por muerto, y no solo artísticamente– y revivió Madrid, lo que confirma que todavía podemos salvar la noche de la capital a pesar de sus gobernantes. ¡Qué tengan que venir los ingleses a levantarnos la noche! En fin, ¡Qué musicón! Dos horas ininterrumpidas de una brutal selección musical. Temas, de la bueno, lo mejor; y de lo mejor, lo superior.
Muchos de los allí congregados no habíamos disfrutado nunca en vivo al líder del mítico grupo Culture Club, que arrasó en los 90. Lo cierto es que en los últimos años Boy George ha dado más que hablar por su coqueteo con las drogas y varios escándalos judiciales y sexuales que por sus éxitos musicales. Pero en Madrid lo ha dado todo, se ha portado y comportado. “Ha sido muy correcto y educado todo el día, de verdad”, me aseguraba uno de los organizadores del evento del año. Todo el mundo haciéndole fotos a pie de mesa de mezclas y él siempre sonriendo, haciendo gestos cariñosos y agradeciendo al público español que estábamos entregados.
Tanta simpatía que, al principio, lo reconozco, me hizo desconfiar. Por eso no me acerqué tanto a la mesa de mezclas como otros no fuera que me cogiera por banda y acabara esposado a una cama, como le hizo a un chapero noruego en 2008 por el que fue condenado a 15 meses de cárcel acusado de secuestro. Pero no, después de los escándalos siempre llega la calma. A las 12 y media de la noche, casi como una Cenicienta, acabó la sesión, se despidió de todos en español y no hemos vuelto a tener noticias suyas por lo que se da por hecho que no la montaría después. “¡Cómo puede ser tan bueno!”, se escuchaba a la gente guapa. Opinión unánime. El niño George se ha hecho un hombre en Madrid.
Boy George bebió agua; el resto, vodka
Y además, durante las dos horas que estuvo pinchando, solo bebió agua mineral. Bueno, al menos bebía a morro de una botella de agua, no seremos malpensados. El resto de los allí congregados, sin embrago, nos entregamos a los deliciosos cócteles de vodka Belvedere, organizador del evento, que entraban solos en cualquiera de sus seis versiones, mi favorito, con lima y gengibre; aunque descubrí las bondades del té mezclado con alcohol… (un poco en plan reina madre pero muy recomendables).
Con o sin copas, anónimos y famosos, todos entregados con la visita de la estrella internacional. El selfie tan de moda de Berta Collado –guapísima y simpatiquísima en las distancias cortas–; los bailes de groupy de Luvia Rojo; y Miguel Ángel Silvestre El Duque, del que todo el mundo comentaba que es más bajito en persona de lo que parece, pero tan guapo como en la tele… ¡La noche estaba llena de estímulos visuales! Por no hablar de la espectacular iluminación que adornaba las paredes de la vieja estación que parecía que se abrían y cerraban al gusto del espectador. Una inolvidable noche de guap@s y modern@s. Inolvidable.
El conde crápula