¡Pobre ancianita, asaltada por seis “antisistema” disfrazados de agentes de movilidad en plena Gran Vía madrileña, a primeras horas de la tarde y sin que le socorre ningún transeúnte de los que por allí pasaban! ¡Pobre..! Es que ya no se respetan ni las canas, oiga, aunque sean teñidas en la peluquería de lujo que comparte con Isabel Preysler, Ana Botella, Ana Rosa Quintana y otras conocidas “lideresas” del feminismo ‘couché’.
Hace tiempo que España confunde la libertad con el libertinaje; que está despendolada con acampadas del 15-M en Sol; las “quedadas” del 25-S y del 14-D para rodear el Congreso, las “marchas por la dignidad” del 22-M y demás manifestaciones del contubernio anarco-comunista (quién sabe si judeo-masónico también), que sólo buscan derribar a este Gobierno cabal de Mariano Rajoy y violentar la ley y el orden establecido. Tanta “marea verde”, tanta “marea blanca” y tanta “mamandurria” sólo es el caos.
¡Qué tiempos aquellos en que la calle era de Fraga! Acaso llevada de la nostalgia, nuestra venerable ancianita, doña Esperanza Fuencisla Aguirre y Gil de Biedma (Madrid, 3 de enero de 1952), condesa consorte de Bornos, ex Grande de España, pensaría que el carril-bus también era suyo. O que ya había sido privatizado por fin. Como la sanidad; es decir, de utilidad pública sobre el papel y de gestión privada para el negocio.
Ella, gran gestora que lo fue del Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Madrid, tras “derrocar” al socialista Juan Barranco con una moción de censura, en 1989; excelsa artífice de la Educación en España como ministra de Aznar, que ahí han quedado sus logros; inconmensurable regidora del Senado, única mujer que lo ha sido hasta la fecha al frente de la Cámara Alta; memorable presidenta de la Comunidad de Madrid durante nueve largos, muy largos años… Ella, sexagenaria, ancianita, con los achaques propios de la edad, ¿qué culpa tuvo si un inoportuno taxista se paró delante de ella en ese carril-bus para dejar a un cliente? ¿Qué culpa tuvo doña Fuencisla, si en ese momento justo vio por casualidad un cajero automático y ella necesitaba dinero? Porque ella siempre necesita dinero; ya lo dijo cuando era presidenta autonómica, que con su sueldo (100.742,91 euros al año; 8.395, 24 euros mensuales) apenas llegaba a fin de mes. Pobre…
Pobre doña Fuencisla, que siendo presidenta de la Comunidad de Madrid firmó numerosos contratos con las empresas de Francisco Correa, el de la “trama Gürtel”, que fueron irregulares según un exhaustivo informe de la Unidad de Auxilio Judicial remitido al juez Ruz. ¿Qué podía saber ella, a su edad, de meras formalidades? ¡Pero si fue ella la que destapó la trama Gürtel, que ya lo ha dicho muchas veces! Y no como los arruinados por culpa de las “preferentes” de su querido amigo Miguel Blesa al frente de Caja Madrid, no. Esos sí que son culpables de haber firmado lo que firmaron. ¿Destaparon ellos algo? No ¡Pues que se hubieran enterado bien, hombre, y no que vienen ahora con exigencias! Son ganas de colapsar la Justicia, como cuando en la lista electoral que encabezó por última vez, en 2011, había gente imputada “por tonterías», según ella.
Dejemos a Aguirre en paz, pobre abuelita, que aparque donde le venga en gana y que se haga un “simpa” con los guardias. Y que estos dejen de incordiar poniéndole las motos delante, que luego ella las tira de un golpe y se le raya el coche. Dejémosla en paz, o hagámosla a ella también aforada.
Carlos Matías