El viernes anterior a Semana Santa fue viernes glorioso para la presidenta andaluza, todo eran elogios a su forma de defender la legalidad contra viento y marea aún a costa de perder la estabilidad de gobierno. Pero al final se le cruzaron lo cables y donde veía ilegalidad Susana Díaz vio de pronto que aquello era más legal que el Código Civil y reenvió a la consejera de Izquierda Unida las competencias que le había quitado.
Si para ella no ha sido semana de pasión es porque tampoco se ve que el nuevo presidente andaluz, Juan Manuel Moreno esté como para tirar cohetes
El porqué se sabrá algún día, porque Díaz pocas veces ha ganado más puntos en un minuto para perderlos apenas veinticuatro horas más tarde. Si tenía en mente que Andalucía fuera catapulta para subir aún más alto, se ha equivocado de medio a medio. No provocó excesiva pasión su presencia en la Semana Santa malagueña; si para ella no ha sido semana de pasión es porque tampoco se ve que el nuevo presidente andaluz, Juan Manuel Moreno esté como para tirar cohetes.
Pisa poco la calle, y eso que cualquier político recién llegado a un importante cargo sabe que lo primero es la calle, la cercanía, que se le vea, que pregunte a la gente y que se deje preguntar, así se hace oficio y partido. Ve mucho a los suyos, a los del partido, pero las elecciones se ganan fuera de las sedes, y más cuando debe enfrentarse a una presidenta que ha resuelto mal lo de la corrala Utopía porque no hay nada peor que llegue el desencanto después de una decisión brillante. Juanma Moreno sin embargo visita más despachos del PP que los lugares públicos, y encima la secretaria general del PP de Andalucía tampoco provoca excesivo entusiasmo. Su declaración de que la presidenta ha tirado sus principios por el retrete es de un mal gusto, de una ordinariez, impropia de quien pretende hacer méritos en el PP o en cualquier otro partido.
Mal comienzo el del equipo del PP que pretende ganar a Susana Díaz en el segundo intento. Porque en el primero será difícil a pesar de la Utopía. Por cierto, por Andalucía, esta Semana Santa no hay tertulia política en la que no se hagan cábalas sobre el adelanto electoral.
Si Homs y Artur Mas dicen que Cataluña se mantendrá en la UE, punto en boca, no hay más que hablar
La pasión de catalanes, como dice el Herrera, nos ha traído estos días a un Francesc Homs, más conocido por Quico Homs entre los suyos, dando lecciones a los dirigentes de la UE sobre los Tratados de la UE. Dice Homs que una Cataluña independiente seguirá dentro de la UE, y le es igual que afirmen lo contrario comisarios de distinta ideología, el presidente Van Rompuy, el presidente de la Comisión Durao Barroso o el portavoz del Parlamento Europeo, que además es catalán. Si Homs y Artur Mas dicen que Cataluña se mantendrá en la UE, punto en boca, no hay más que hablar. Estos independentistas, y otros como ellos, son así: las cosas las explican a su manera y les es igual que haya acuerdos, tratados y leyes.
El Rey ha recuperado esta Semana Santa su identidad. Con bastón, eso sí, pero le hemos visto de nuevo en lo suyo, haciendo patria. En los Emiratos, donde los emires y jeques le tratan a cuerpo de rey haciendo honor a su estatus y le quieren como si fuera familiar de todos ellos, abre puertas, cierra operaciones políticas y empresariales y explica a los que mandan allá cómo van las cosa de aquí; y les explica también que se puede confiar en este país del que dicen en Bruselas que ha hecho un milagro y empieza a salir del hoyo, a pesar de que hace apenas dos años nadie apostaba un duro por nosotros.
Parece que ha acabado nuestra pasión, aunque todavía queda camino por recorrer, como ha explicado el Rey Juan Carlos. Que nunca se ha dejado llevar por el triunfalismo de ningún gobierno, pero que tiene suficiente experiencia e información como para saber que esto empieza a verse de otra manera, mejor.
Pasado el trance pasional, a partir del martes tenemos ya la campaña europea a punto. Valenciano y Arias Cañete están dispuestos a batirse el cobre. Las encuestas les dan empate técnico y el resultado final, esta vez sí, dependerá en parte de que acierten en su estrategia.
Pilar Cernuda